Un pitbull abandonado, abusado y sin hogar divagaba por las calles, desamparado y buscando ayuda.
Un equipo de grabación se encontró con él, vieron lo que estaba ocurriendo y contactaron a las personas indicadas: Hope For Paws.
Los rescatistas se dirigieron hasta allá de inmediato. Antes de eso alguien fue lo suficientemente amable como para mantener vigilado al chico durante una hora, hasta que finalmente llegaron y se aseguraron de que el chico no saliera corriendo y se hiciera aún más daño.
Entonces, una de los voluntarias del rescate llamada Loreta Frankonyte, le ofreció un pedazo de carne al chico, y él gustosamente la aceptó. Se notaba que estaba teniendo mucho cuidado de quienes lo rodeaban, pero al mismo tiempo moría de hambre.
Se acercó a ella inmediatamente, le quitó la comida de las manos y se quedó allí, cercano, aceptando que le acariciara un poco la cabeza. Pero se mantenía cauteloso.
Cuando sacaron la correa para llevárselo, empezó a caminar hacia otra dirección, pero no abandonó el área segura.
Los rescatistas se acercaron a él por segunda vez para darle más comida y cariño, lo cual el chico aceptó gustosamente.
Mientras ella lo acariciaba, deslizó sutilmente la correa hasta dejársela en el cuello. Son profesionales, no cabe duda de que saben lo que hacen. Además, aman profundamente a los animales.
Lo condujeron al vehículo mientras que todo el personal de la grabación los miraba, el caso capturó la atención de todos los involucrados en la escena.
Estaban felices de que el chico finalmente estuviese en buenas manos. Se montó en el auto, era obvio que también se sentía feliz de estar allí con ellos.
En ese momento decidieron llamarlo Wilbur. Lo llevaron al veterinario para que recibiera la atención médica que necesitaba.
Wilbur fue muy colaborador con el veterinario. Le dieron el tratamiento apropiado para las heridas que tenía, además de alimentarlo de forma balanceada.
Muy pronto recuperó el peso ideal, y las heridas que tenía fueron sanando hasta desaparecer. Se afeccionó a la sábana que le dieron allí, seguramente porque era el primer recurso de confort que sentía cercano desde hace mucho tiempo.
Su pasado es un misterio, no están seguros si fue callejero desde que nació o si una familia lo dejó tirado en la calle. A pesar de la incertidumbre, lo importante es saber que a partir de ahora no tendrá que volver a vivir en la calle, está en un hogar de adopciones y disfruta mucho su vida cotidiana.
El chico está esperando a que llegue la familia indicada, para que lo adopten y finalmente tenga un hogar permanente.
¿Te gustaría darle un hogar, o conoces a alguien que está interesado? Contacta a los encargados aquí.
También te invitamos a compartir la historia con todos tus conocidos, quizá alguno de ellos sea la solución que Wilbur tanto necesita.