Wera es una gatita que estaba en adopción en una escuela para niños, y en cuanto la vio Lily de Rivas, una de nuestras lectoras, la amó con todo su corazón. Así que no dudó en llevársela a casa para que formara parte de su hermosa familia.
Esta historia le servirá a todo aquél que tenga felinos en casa. Estamos acostumbrados a verlos como animales muy independientes, pero aquí hay una enseñanza que nos hará ver que a veces necesitan de nuestra ayuda.
Lily llevó a Wera a casa de su madre donde vivía otro hermoso gato llamado Oliver. A los poco días quedó embarazada y enseguida su dueña empezó a buscar información sobre el embarazo de los felinos.
Fue así como supo que el tiempo estimado para la llegada de los pequeños era de 60 días. La familia esperaba a los nuevos gatitos con mucha emoción pero Lily empezó a notar una conducta extraña en la futura madre.
En el día 63 de su gestación un comportamiento extraño hizo que se preocupara
Wera estaba muy inquieta, perseguía a Lily hasta cuando iba al baño y se comportaba de una forma rara. Dejó de alimentarse y ese factor fue el que hizo reaccionar a su dueña y la llevó al veterinario. Lo primero que alarmó a la doctora fue que la gata estaba ya de 66 días de embarazo y aún no había parido, entonces la mandaron a hacerle una cesárea.
Cuando le hicieron el ultrasonido notaron que uno de los gatitos en su vientre ya no tenía vida, mientras que los demás tenían el latido del corazón muy débil. Le pusieron una inyección para que tuviese las contracciones y pudiese dar a luz a todos los bebés. La llevaron a casa, pero nada pasó, excepto que se puso más débil. No reaccionaba y tampoco abría los ojos, así que Lily la llevó de vuelta al veterinario.
En cuanto la examinaron vieron que había dos gatitos atorados en el canal de parto y por eso se retrasó tanto, porque no dejaban salir a los demás. Esa situación le produjo una infección a la gata, que primero intoxicó a los bebés y luego intoxicó poco a poco su cuerpo. La lavaron y la esterilizaron, no podría tener más bebés después de este parto.
Para ese momento 2 de los gatitos estaban en peligro de muerte, mientras que otros 4 salieron sin vida.
Lily se fue a casa y dejó a Wera para que la ayudaran a tener a sus pequeños. Había perdido la esperanza de que sobrevivieran los dos gatitos porque se veían realmente débiles.
Estaba muy preocupada ya que sabía que su gata estaba sintiendo mucho dolor por la pérdida de sus hijos. Además, estuvo sometida a mucho estrés durante los últimos días de su tormentoso embarazo.
Al llegar al día siguiente recibieron a Lily con la buena noticia de que los dos gatitos sobrevivieron.
Pero uno de ellos estaba muy débil y después de pasar dos días en casa… ¡No resistió!
El otro tiene ya dos semanas y Wera está cuidando de él lo mejor que puede. Lily dice que es un Ángel, así que decidió bautizarlo con ese nombre. Él es el único sobreviviente de una gata primeriza que tuvo un parto muy doloroso y por fortuna ha ganado peso y tamaño.
Si a Wera no la hubiesen atendido de inmediato, probablemente hoy no estaría con vida.
Lily ha querido compartir esta historia porque quiere que todo aquel que tenga animales entienda que ellos a veces no pueden hacerlo todo solos.
Un chequeo con el veterinario puede salvar sus vidas…
Nos complace que Ángel haya permanecido en la vida de Wera, él y su madre son unos grandes luchadores. Además forman parte de una bonita familia que los ama y los cuida. Hay complicaciones que son muy difíciles de superar, pero ellos lo lograrán porque están en una atmósfera de mucho amor.
Muchas gracias, Lily, por compartir tu historia con todos, ojalá tus palabras ayuden a salvar vidas.
Comparte esta historia con tus amigos y familiares ¡Cuidemos de nuestros animales!