El paso fugaz de Guerreirinho (Guerrerito) por un mundo marcado por la crueldad, la indiferencia y sensibilidad cero al sufrimiento de las criaturas más indefensas; es uno de los casos, por demás, más desoladores que se han vivido en la historia de rescates en Brasil.
Con 5 meses de edad, este pobre burrito experimentó lo malvados que pueden ser los humanos.
Fue cobardemente atropellado en la ciudad de Fortaleza y dejado para morir
Como es habitual, el conductor, en lugar de detenerse para ver si el animal se encontraba bien o por lo menos para pedir ayuda, siguió su camino dejando a Guerreirinho a su suerte.
Tras horas y horas sin ayuda, la población local pidió intervención de las autoridades. Al no tener respuesta, incluso llamaron a la prensa, hasta que apareció el Centro de Zoonosis. Un veterinario vino sin más con una sola jeringa que era una inyección letal para sacrificar al animal, sin ningún tipo de examen previo.
Las desalmadas intenciones del veterinario estremecieron a unos pocos humanos sensibles
Afortunadamente, dos héroes sin capa, Stefanie Rodrigues y Zenith Gurgel, corrieron en su auxilio para impedir ese crimen injusto.
Al ver tanta indolencia, se lo llevaron a casa para cuidarlo ellos mismos, sabiendo que lo que les esperaba sería un largo y duro camino.
La casa de Stefanie había sido transformada en un pequeño santuario para animales necesitados
El pequeño burro tenía 3 fracturas graves, lo que significaba que tendría que permanecer con sus patas inmovilizadas hasta que sus héroes consiguieran el dinero necesario para su operación.
Stephanie no dudó en suplicar ayuda en las redes, debido a que el burrito necesitaba alimentación especial, medicamentos a todas horas y todos los días, muchos exámenes médicos más caros de lo habitual por tratarse de un animal grande, fisioterapia y masajes diarios… Además de la costosa operación, que superaba los 10.000 reales (2.000 euros).
Pero jamás imaginó que lo que recibiría a cambio serían solo críticas.
«¿No era mejor que lo sacrifiquen?», le decían. A lo que ella respondía: «¡Dame una sola razón!».
Y ciertamente, estamos con Stephanie, ella solo quería luchar con todas sus fuerzas para darle la oportunidad que merecía por el hecho de existir.
Por suerte, en su larga espera –ya habían pasado 20 días del accidente y todavía no conseguían el dinero-, Guerreirinho encontró a un pequeño amigo que hizo que toda esta amarga experiencia se volviera un poco más feliz.
Un perrito blanco abandonado que ahora vivía en el refugio, fue su mejor consuelo
Fue el inicio de una bella amistad, y el pequeño cachorro se convirtió en el ancla segura que ayudó al burrito a seguir luchando, y a sus héroes a no cejar en su empeño.
Una campaña difundida en redes consiguió el apoyo de mucha gente, pero aunque tenían buena voluntad, la mayoría provenía de personas individuales con pocos recursos. Si bien consiguieron lo suficiente para pagar los gastos de medicinas y exámenes, faltaba lo más importante.
«¡Necesitamos operar a Guerreirinho con urgencia!», clamaba Stephanie en las redes una y otra vez, sin conseguir el apoyo total que necesitaban.
Tristemente, tras días de lucha contra un sistema y un país en contra de la vida animal, y aunque el caso del burrito tuvo eco incluso en medios internacionales, Stephanie compartió la devastadora noticia que muchos temían, y vertió su dolor e indignación en Facebook:
«¡Con gran tristeza les informamos a todos que Guerreirinho ahora brilla en el cielo!!¡Estamos destrozados! Nuestro consuelo, sin embargo, es que tuvo un paso digno, sin dolor, sin sufrimiento, con mucho cuidado, con la asistencia de varios profesionales y lo mejor de todo, ¡con mucho cariño! Cuando nadie más creía que sería posible, lo afrontamos, ¡no nos acobardamos! Recibimos y estamos muy agradecidos por tanta ayuda económica proveniente de los lugares más impredecibles del mundo, pero la verdad es que la ayuda humana, de verdad, ¡fue casi nula!»
«Una difícil realidad, en una ciudad llena de abandonos, con una población indiferente, una Zoonosis inerte, y un conjunto de protectoras ahogadas con muchos, muchos otros casos. Pero nos consuela saber que conoció un lado bueno del ser humano», agregó.
También, quiso llamar a la reflexión sobre el drama que viven tantos animalitos como él:
«Lamentablemente, Guerreirinho no es de pura raza, no, debió nacer en la calle, bajo la mirada curiosa e indiferente de muchos transeúntes. La misma indiferencia que, tras 5 meses de vida, encontró en las miles de personas que lo vieron inerte, postrado, con dolor, y que casi se convierte en cadáver cuando un veterinario quiso acabar con su vida porque «era un burro más».
Sin embargo, Stephanie recuperó la esperanza en la humanidad, con cada mensaje de aliento, cada llamada, cada donación, cada medio local e internacional reseñando su historia.
«Fueron días increíbles que aprendí a cuidar y amar a los animales de gran porte… El tamaño no cambia, el amor es el mismo… Guerreirinho abrió puertas para que muchos de su especie entraran en mi vida… No quiero cambiar nada en la mía, solo quiero vivir para hacer más, ser la diferencia en sus vidas», concluyó Stephanie.
Agradecemos la valentía y el compromiso de Stephanie y Zenith, que no se dejaron intimidar por las autoridades municipales y lucharon por Guerreirinho hasta su último suspiro, ayudándolo a cruzar el arcoíris de la manera más dulce, sin dolor y lleno de amor y compasión.
¡Comparte el conmovedor caso de Guerreirinho! Nos consuela que está en el Cielo de los animales, orgulloso de los héroes que tanto hicieron por él. Pero que su historia sirva para sensibilizar y crear conciencia, pudo tener un final diferente y ojalá que nunca más se repita un caso así.