La mayoría de los animales, a pesar de estar bien equipados para sobrevivir por sí solos, muchas veces necesitan una mano humana que los ayude; sin embargo, no muchos están dispuestos a ayudar y más si se trata de un animal salvaje que podría resultar muy peligroso.
Bruce Atkinson, de Australia, escuchó un ruido en su casa que provenía de la entrada de su vivienda; cuando salió para ver qué estaba ocurriendo se encontró con algo que no podía creer.
Se trataba de un koala, el pequeño animal parecía que necesitaba ayuda, Bruce no sabía qué sucedía exactamente con el koala, por lo que se fue acercando cada vez un poco más para descubrir la terrible situación por la que estaba pasando el animal.
El pobre koala se encontraba en muy mal estado, él estaba todo cubierto por flores con espinas alrededor de todo su cuerpo, este animal le pedía ayuda desesperada a Bruce por lo que él no podía esperar, debía hacer algo para salvarlo.
A pesar de sus buenas intenciones, Bruce debía ser cuidadoso, pues no sería tarea fácil liberar a este animal de aquellas espinas. Todos saben que los koalas son completamente tiernos, pero mas allá de aquella fachada superficial de ternura, se sabe que son algo agresivos, además tienen garras y dientes muy afilados.
Pero esto no es todo, se sabe que estos animales son portadores de la enfermedad de transmisión sexual clamidia, por lo que Bruce tenía que ser cuidadoso al ayudar al koala.
Él intentó darle un poco de agua en un bol para mostrarle que estaba seguro, pero el pequeñín no entendió el gesto y volteó el bol con el agua. Los koalas suelen hidratarse a través de las hojas de eucalipto, así que ver un bol con agua no es nada común para ellos.
Así que el hombre decidió equiparse con un grueso pantalón largo, una camisa, un guante de motocicleta, además de ayudarse con un cepillo de su esposa para ayudar a retirar aquellas afiladas espinas, pues no sería tarea sencilla.
Este plan infalible ayudaría a Bruce a librar a este pequeño amiguito de aquellas punzantes espinas que lo lastimaban, él no podía creer lo quieto y pacífico que estaba el koala, el pequeño definitivamente sabía que todo lo que Bruce hacía era por su bien y que pronto estaría libre de todo dolor.
Mas rápido de lo que este hombre creía, el koala estaba sin siquiera una de aquellas espinas, además se le veía más calmado; antes de que se fuera Bruce cortó algunas hojas de su árbol para que merendara antes de seguir con su camino, y así fue, el animalito disfrutó de ese delicioso aperitivo antes de marcharse.
A pesar de que el koala se fue después de la comida, Bruce cuenta cómo de vez en cuando lo ve pasear por su patio, se ve que está muy agradecido con él.
No todos los días te visita un koala, comparte esta peculiar historia con tus amigos.