Dorle es una osa que siendo muy pequeña cayó en manos de traficantes de animales salvajes y fue llevada de Laos a Vietnam, donde una familia la compró para tenerla como mascota. Pero pronto ocurrió lo inevitable: la vida doméstica no está hecha para un oso y a medida que pasaba el tiempo, Dorle iba creciendo y su temperamento era más salvaje. En ocasiones incluso intentaba atacar a las personas con las que vivía y ellos tomaron la cruel decisión de encerrarla en una jaula de metal.
Pasaba sus días en una jaula con muy poco espacio tratando desesperadamente de romperla con sus dientes para escapar de ella, por lo que sus dientes estaban partidos y sus encías llenas de pus.
Una fundación encargada de rescatar animales como Dorle, llamada Animals Asia, se enteró de la vida que esta osa estaba llevando. Acudieron en su rescate, 4 años después de haber sido capturada en su hábitat natural.
Ellos la llevaron al refugio donde tenía mucho espacio y libertad para caminar y distraerse como nunca antes lo había hecho.
Pero poco tiempo después de su llegada al santuario, Dorle comenzó a tener problemas con su visión, al punto que ahora con casi 10 años de edad está a punto de quedar totalmente ciega. Aunque después de la vida que ha llevado, parece no ser un problema tan grave para ella.
“No tengo dudas de que Dorle está consciente de su pérdida de visión en los últimos años”, dijo Heidi Quine, del equipo veterinario de Animals Asia.
Pero afortunadamente es algo que ha sabido sobrellevar, ella se ha adaptado muy bien a su condición y de hecho ha aprendido a utilizar sus otros sentidos para lograr hacer todas sus actividades diarias u obtener lo que necesita.
Ella no pasa desapercibida en absoluto, es muy revoltosa y ruidosa, a veces simplemente grita y ruge sin razón alguna.
Por su temperamento se ha ganado el apodo de “la reina del drama”, quizás sea la forma de compensar su falta de visión, pero ella definitivamente luce muy feliz cuando está metiéndose en problemas. Una de sus actividades favoritas es romper los protectores y cajones de bambú que forman parte del refugio.
Aunque esto significa un poco de trabajo extra para el personal, ellos aman verla feliz, así que simplemente reconstruyen alegremente lo que ella destruye a su paso.
El sonido de rasgar, romper y separar parece ser muy agradable para ella, por lo que le permiten hacerlo sin restricción alguna; incluso a parte de reparar lo que ella destruye, el personal le hace objetos y juguetes de bambú que van dejando por el lugar para que ella pueda seguir rompiendo a su paso.
Aunque su vida comenzó llena de restricciones en un lugar que no era el ideal para ella y tuvo que sufrir las penurias del encierro, gracias a sus rescatistas pudo saber lo que es llevar una vida feliz donde le permiten hacer lo que sus instintos le indiquen. Sabemos que será así por el tiempo que viva y eso nos hace sentir satisfacción. Si deseas ayudar a Animals Asia para que más animales puedan ser rescatados solo debes hacer clic aquí.
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