Millones de animales son víctimas todos los días del desprecio de algunos, de enfermedades, de hambre y de los arrollamientos. Entonces, aunque no puedas adoptar a un nuevo amigo, ayudarle a que esté en buena condición de salud y a que encuentre un hogar puede hacer la diferencia.
Nikki Robinson estaba empacando sus pertenencias, a punto de regresar a su casa después de una caminata. De pronto, se dio cuenta de que un gato cruzaba desprevenidamente la calle hacia una zona residencial. De inmediato, la mujer lo siguió preocupada porque no fuera atropellado por algún automóvil.
Robinson, quien se encuentra realizando estudios para rehabilitar y proteger la vida silvestre, sabe muy bien cuándo un animal necesita de ayuda. Como por obra de un milagro, dio la casualidad de que estaba en el lugar justo en el momento indicado para salvar una vida más.
Mientras la ambientalista andaba tras los pasos del felino, otro ruido llamó su atención. Se trataba de otro animal en peligro, una pequeña bebé búho, demasiado joven para volar, y quien se había precipitado a tierra desde lo alto de su nido, quedando gravemente herida.
«Escuché lo que pensé que era una ardilla herida. Seguí el sonido y encontré una bola de pelusa entre las flores silvestres», dijo Robinson.
Robinson se dedicó a buscar afanosamente el hogar del búho sin resultados positivos. La pequeña ave temblaba de miedo y de frío, por lo que la mujer la envolvió en una toalla. Además, parecía tener una lesión de cuidado en la cabeza.
De inmediato, la defensora del medio ambiente se comunicó con algunos de sus colegas expertos en la fauna silvestre, y todos convinieron en que el pequeño animalito debía ser examinado.
Robinson encendió el calentador del asiento de su automóvil y colocó al búho encima, con la esperanza de calentarlo un poco y que dejase de temblar. Pero, no solo tenía frío, sino que para Robinson fue más que evidente que lo que más necesitaba era cariño y atención.
«Siguió tratando de salir de la caja cerrada. Cuando la veía, saltaba sobre mí y se sentaba felizmente en el cinturón de seguridad o en mi hombro. Estoy segura de que solo tenía frío, pero dejó de temblar cuando se acurrucó en mi mejilla», agregó la mujer.
Robinson trasladó al búho bebé hacia un centro de rehabilitación y, después de una noche entera ingresado en una incubadora, su salud comenzó a mejorar sensiblemente.
Ahora, gracias a su salvadora, la pequeña ave nocturna está en las mejores manos, recibiendo la atención que necesita para algún día ser devuelta a su hábitat natural. Ella y Robinson se han vuelto mejores amiga y probablemente el vínculo que han creado jamás se rompa, aún y cuando ya no estén juntas.
¿Te enamoraste alguna vez de un animalito dejado solo en la calle? ¿Viste un cachorro enfermo, o te comenzó a seguir un perro con hambre? ¿Encontraste a un gatito sufriendo? ¿Quisiste ayudarlo y no sabías cómo hacerlo? Entonces, esta historia es para ti y para tus seres queridos. Cuéntanos la tuya.