Desde que Marisa Buchheit y su familia abrieron las puertas de su hogar a un perrito, sus vidas cambiaron para siempre. Grizzly es una dulce cachorrita de 8 meses de edad y de raza Goldendoodle.
A primera vista, cualquiera podría confundirla con un tierno peluchito y lo mejor de todo es que ella adora repartir besos y abrazos a cualquiera que se cruce en su camino.
Desde el primer día, comprendieron que la peludita llenaría sus vidas de alegría pero no podían sospechar que su mascota robaría el corazón de personas que ellos no conocían.
“Ella amaría a cualquiera de la misma manera incondicional con la que ama a su familia”, aseguró Marisa.
En cuestión de semanas, la perrita logró robarse el corazón de todos sus vecinos. Cada vez que llegaba la hora de salir a dar un paseo, Grizzly se preparaba con la mejor actitud posible y se detenía a saludarlos a todos.
“Siempre bromeamos diciendo que es el perro más secuestrable del mundo porque ama perdidamente a cualquier humano”, dijo Marisa.
La simpática perrita saltaba, jugaba y daba interminables sesiones de besos a cada uno de sus vecinos. Unas semanas después, Marisa encontró un extraño regalo que alguien había dejado en el ascensor con un claro mensaje para Grizzly.
La primera en darse cuenta de lo que estaba sucediendo, fue la astuta perrita. Grizzly despertó a su madre a las 2 de la madrugada y no paró hasta lograr llamar su atención. Con sus patitas inquietas le hizo señales para salir del departamento.
Marisa no comprendía nada, pero la perrita no parecía dispuesta a rendirse así que abrió la puerta para ver si encontraba alguna explicación. Fue entonces cuando encontró el maravilloso regalo que había dejado alguien.
“Caminamos hacia el ascensor y vimos un pequeño arreglo que tenía el nombre de Grizzly escrito en un pedazo de papel”, explicó Marisa.
El letrero señalaba un platito lleno de golosinas y un poco de agua. Lo mejor de todo, era que también venía acompañado por un pequeño peluche de perrito.
El juguete era tan esponjoso y suave que parecía una versión mínima de la peluda Grizzly. No hay dudas de que alguien lo vio y pensó en la simpática perrita que vivía en su vecindario.
Grizzly devoró las golosinas y desde aquel día de no se separa de su peluchito. Se convirtió en su juguete favorito y hasta el día de hoy la familia no ha logrado descifrar quién es el admirador secreto que se esforzó en hacer ese bonito regalo.
¿Qué opinas de la bonita sorpresa que le dejaron a la peludita? No te vayas sin compartir esta nota para celebrar el impacto tan positivo que los perritos tienen en todos los que los rodean.