Andrea Martínez y su familia se encuentran devastados tras la inesperada pérdida de su mascota. El perrito, llamado Ziggy, llevaba varios días enfermo, así que decidieron llevarlo al veterinario.
Al principio, todo apuntaba a que no era algo demasiado grave; pero un terrible error hizo que llamaran a la persona equivocada. Alguien que no era el dueño de Ziggy dio el consentimiento para que el pequeño fuese sacrificado. Cuando se dieron cuenta del error, ya era demasiado tarde.
La familia de Ziggy vive en Utah, Estados Unidos.
Lo primero que los veterinarios informaron a Andrea, era que Ziggy necesitaría de una operación para lidiar con una obstrucción intestinal. Todo fue por vía telefónica pero ella accedió de inmediato a cubrir el costo de la cirugía y les pidió que hicieran lo necesario por salvar al perrito.
Ziggy era como un miembro más de la familia y tenía una relación muy especial con la hija menor de Andrea.
“¿Cómo le dices a una niña de 6 años que su mejor amigo ha partido y que todo fue un error?”.
Por desgracia, la siguiente llamada que recibió de la clínica veterinaria dejó su corazón destrozado. No sólo el perrito había perdido la vida sino que todo se había debido a un gran error.
Cuando Ziggy se encontraba en el quirófano se dieron cuenta de que su estado de salud era mucho más grave. Necesitaría un par de procedimientos más costosos y para esto necesitaban la autorización de la dueña.
“Me hubiese gustado saber si se hubiese salvado con la operación que la otra persona le negó”.
Llamaron y dieron dos opciones: continuar con todas las cirugías o sacrificar al perrito. Por desgracia, en ese momento no estaban hablando realmente con Andrea.
Habían llamado a otro dueño cuyo perrito también se llamaba Ziggy. La persona dio el consentimiento para ponerlo a dormir, sin tener idea de que estaba acabando con la vida de otro perrito que no era suyo. Cuando Andrea regresó para saber cómo seguía su pequeño, era demasiado tarde.
“Dejaron que un extraño decidiera el destino de mi perrito. Me quitaron la oportunidad de luchar por él. No puedo parar de llorar”.
En cuanto se dieron cuenta de su error, los miembros de la clínica veterinaria se sintieron muy arrepentidos. Le entregaron una pequeña urna con las cenizas del perrito y le explicaron la gran confusión.
La familia todavía no sale en sí del shock y los veterinarios han intentado lidiar con su error al regalarle un adorno de Navidad que tiene grabada la huella del cachorro.
“Fue un error. Se hicieron responsables y están tratando de hacer las cosas bien”.
A pesar de lo mucho que esto ha afectado a su familia, Andrea tomó la decisión de no presentar cargos contra la clínica veterinaria. Sin embargo, es vital dar a conocer su historia y levantar la voz en contra de un descuido que terminó llevándose la vida de un perrito inocente.
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