El perro es el mejor amigo del hombre, pero, a veces, nosotros somos su peor enemigo. Las protectoras están llenas de animales que han sido vejados por sus cuidadores y que, lamentablemente, han quedado marcados por el miedo para el resto de sus días.
Pero, como veremos a continuación, con amor se puede lograr que un animal maltratado vuelva a ser feliz en un nuevo hogar.
La historia de Oso, un perro de raza akita que vivía en Coahuila, México. Nos demuestra que, cuando se trata de ser crueles, algunas personas pueden no tener límites.
Fue gracias a un vecino que Oso pudo ser rescatado por las autoridades de la tortura psicológica a la que fue sometido por su antiguo responsable. El hombre lo acorralaba sin piedad en un rincón del patio, usando una cortadora de césped eléctrica, el ruido ensordecedor de la podadora mantenía aterrado al pobre animal.
De no haber sido por este vecino quien escuchó los aullidos de terror del perrito y llamó para pedir ayuda, quien sabe cuánto tiempo más hubiese permanecido Oso en tan terrible situación. El hombre sacó su teléfono móvil y, de esta manera logró captar en video el hecho indigno, repudiable e inhumano que presenció.
Los ladridos desesperados del perro ante la presencia de aquella máquina resintieron su psique, causándole un trauma.
La denuncia llegó a manos de la Policía Ambiental y la Asociación Alianza por los Derechos de los Animales, quienes se encargaron de llegar al lugar de los hechos y rescatar a Oso. Hoy luce mucho más feliz y saludable.
“Una de las situaciones comunes que más cuesta entender. Lo más probable es que la gran mayoría de nosotros hayamos vivido en un momento u otro, con alguna mascota. Es indigno, repudiable.
No hay excusa que valga para torturar de esa manera a un ser vivo”, dijo uno de los rescatistas.
Actualmente, este perrito ofendido, humillado, tratado con saña y crueldad se encuentra esperando a que alguien se compadezca de él y su historia no quede en el olvido, para así sentar un precedente.
Todos en el refugio esperan conseguirle un nuevo hogar. Uno donde el amor se haga presente por doquier y las cortadoras solo se usen para el pasto.
“Vivir con un perro rara vez es una experiencia negativa: incluso si tuvimos una infancia un tanto dura, es muy probable que el perro fuese una de las partes más bonitas de ella”, añadió el ambientalista.
Este vecino no dudó en ayudar al inocente peludo en peligro y su rápido accionar lo salvó de su antiguo tirano y despiadado cuidador. A veces titubeamos y no intervenimos en la vida de los demás, pero si vemos que está ocurriendo algún tipo de abuso hacia cualquier ser vivo, esto es lo que hay que hacer.
Al fin y al cabo, se trata de utilizar el amor como un elemento calmante para el animal herido, más allá de lo físico, y del hombre. Comparte esta historia que afortunadamente tuvo un final feliz.