Hace un tiempo, los oficiales de control animal encontraron a un peludito en un bosque. Tenía una enorme correa de cuero sujeta a una cadena y además lo habían amarrado a un árbol.
El pobre se encontraba en los huesos y se veía terriblemente asustado. A juzgar por el panorama, alguien lo había dejado allí con la única intención de que pereciera. No tenía comida ni agua a su alcance.
“Cuando lo encontramos, estábamos seguros de que su vida anterior debía haber sido muy dolorosa”, dijo Courtney Bellew, Directora de Rescate y Rehabilitación de Animales en Snarr.
Lo llamaron Stewart y lo llevaron a un refugio. Los primeros días de cualquier perrito en un refugio siempre son difíciles pero el caso de Stewart era realmente impactante. Pasaba el día entero acurrucado en una esquina.
“No quería que nadie lo tocara. Se escondía en un rincón. Estaba realmente asustado”, dijo uno de los voluntarios.
Cada vez que alguien intentaba a acercarse a él, no hacía más que retroceder, gruñir y esconder su cabecita. Todas estas son claras señales de que recibió tratos injustos y dolorosos. Tenía tanto miedo que nadie lograba quitarle ese pesado collar de cuero.
“Stewart estaba tan estresado por nuestra presencia que tuvimos una idea diferente. Pensamos que lo dejaríamos relajarse”, dijo Rebecca Rood, una de las voluntarias.
Para un perrito en estas condiciones puede ser muy difícil encontrar un hogar definitivo. Sin embargo, los voluntarios estaban dispuestos a ayudarlo. Decidieron intentar darle más tiempo y espacio, pero nada daba resultados.
A duras penas comía y no habían logrado llevarlo al veterinario. Fue entonces cuando Courtney decidió sedarlo para transportarlo y hacerle una serie de pruebas.
El veterinario le envió un tratamiento para que empezara a recobrar sus fuerzas. Courtney aprovechó el momento en el que el peludito estaba anestesiado para quitarle aquel horrible collar.
Cuando Stewart despertó y se sintió libre de aquella pesada carga, su personalidad cambió para siempre. Por primera vez se atrevía a mirar a los voluntarios y parecía dispuesto a intentar socializar con ellos.
“Ese cinturón alrededor de su cuello era una carga de su pasado. Cuando se lo quitamos comenzó a abrirse y hasta meneó la cola”, dijo Courtney.
Cualquiera podría haber escuchado los tristes gruñidos de Stewart y rendirse. Por fortuna, este peludito se encontró con las mejores rescatistas y ahora no hay dudas de que logrará recuperarse por completo.
No sabemos todo lo que este perrito debió pasar para desconfiar tanto de los humanos, pero cada gesto de amor que le brindan sus salvadores le ayudará a dejar ese horrible pasado atrás.
No te vayas sin compartir esta nota para recordar que todos los perritos merecen una segunda oportunidad.