Ya lo dijeron una vez The Beatles: “todo lo que necesitas es Amor”, y hay varias historias -en este caso de perros- que así lo demuestran. Y es que, definitivamente para un animalito en situación de calle, cualquier demostración de afecto se convierte en la mejor sensación.
Chato, bien lo sabe. Este hermoso peludo tuvo que hacer un largo un viaje desde Perú a Canadá, para tener un cambio de vida radical, ya que después de vivir en la calle, sin la ayuda de nadie, ahora lleva una vida de lujo y sin preocupaciones.
El animalito solía vivir en las inmediaciones de Villa El Salvador, Lima, capital de Perú, sin embargo, un buen día, durante la celebración de los Juegos Panamericanos en dicha ciudad, un deportista canadiense se encontró con él y desde ese momento ya nada pudo separarlos.
Él es Chato
“Chato tiene una familia que le cuida con amor (sólo miren lo bello y bien cuidado que está) ayer nos compartieron esta foto a todo el equipo de profesionales de Lima 2019 que apoyamos a villa canina, somos un grupo que solventa la alimentación y vacunas de los ángeles con colita”, informó Nadia Ramos, colaboradora en el evento deportivo.
Ramos ha seguido de cerca la historia de Chato y sabe lo que tuvo que pasar para mejorar su vida. Felizmente, al peludo que antes no podía ni comer, hoy no le falta nada. Solo espera que pueda repetirse con otros callejeros.
“Realmente es emocionante cómo le cambio la vida a estos perritos que vivieron y sobrevivieron al olvido, indiferencia, tratos injustos de todo tipo y rechazo. Cuando parecía que tendrían un final triste, un buen día alguien se apiadó de ellos y les dio la oportunidad de ser felices”, agregó.
Si bien existe gente despiadada, sin corazón, hay otros con uno maravilloso que no les cabe en el pecho. A través de esta y otras historias se hace manifiesto el milagro del amor, y se abre una ventana de esperanza a partir del ejemplo de estos seres capaces de transformar el daño y el dolor, en vida.
Piensa por un momento en esta escena: sale de casa confiado, feliz con la compañía de sus humanos. ¡Con su familia! Y de pronto, se encuentra en manos de extraños, en un lugar para él desconocido. Lo dejan… sí, y luego desaparecen.
Pegado a la reja, con la mirada fija en la puerta -por donde los suyos se fueron- permanece perplejo. Sin embargo, confía y espera. Pegado a la reja. Pasarán los minutos, las horas, los días… Y él continuará esperando, aunque sin comer ni tomar agua. ¡No desea vivir más!
No existe medicina para su enfermedad, nada que cure el dolor que causa la indiferencia y a los pocos días, fallece. ¡Se dejó morir! Nunca comprendió la causa; ¿quizá no quisieron ya más molestias con un “perro viejo” o con un cachorro problema?
¿Acaso tu perro te abandonaría a ti por ser destructor, por ser viejo, por ser joven, por ser problemático, por ser vicioso, por ser pobre? Tal vez si la persona que lo rechazó hubiera tenido la sensibilidad para ver la mirada de su viejo amigo y su desamparo, y su dolor, tal vez…tal vez.
Afortunadamente para Chato, esta historia tuvo un final feliz, ahora navega al lado de su nuevo papá humano sintiendo la brisa del amor y el mar sobre su cara. Sin embargo hay muchos otros peludos que no corren con la misma suerte.
Comparte esta historia con tus seres queridos. No a la injusticia y al rechazo. Sí al amor, a la compasión y a la protección. Nuestras mascotas siempre nos necesitan, en las buenas y en las malas.