Mike Cardenaz fue un miembro de la unidad élite policial de Estados Unidos durante 14 años y ahora trabaja como agente de seguridad. Es alto, fornido, lleno de tatuajes pero hay mucho más de él que las personas no podrían imaginarse si simplemente lo juzgan por su apariencia.
Mike dirige un refugio que se especializa en pastores alemanes.
Durante toda su vida ha sentido una gran debilidad por los animales y cada vez que puede dedica un poco de su tiempo para ayudar perritos que se encuentren en apuros.
“Por alguna razón los animales se siente atraídos hacia mí. Zorros, perros, aves, conejos, venados”.
Hace unos años, Mike realizó un rescate que cambiaría su vida para siempre. Se encontraba en su casa cuando notó que algunos colibríes se estaban acercando, como de costumbre, a las flores de su jardín. Sin embargo, uno de los pájaros parecía algo herido y cuando se acercó a él comprobó que una de sus alas estaba muy afectada y el pequeño a duras penas podía volar.
Mike vive en el estado de Georgia en los Estados Unidos.
A pesar de que no sabía mucho sobre estos bonitos pájaros, Mike decidió seguir sus instintos y tomó al colibrí en sus manos con mucha delicadeza. Fue allí que se dio cuenta de que sus plumas estaban notoriamente maltratadas. Había un ala tan afectada que prácticamente no podía moverla. Si el pequeño colibrí hubiese seguido en ese estado, es muy probable que no lograra sobrevivir tras un par de días.
“Tuve que esperar a que mudara sus plumas y tuviera nuevas alas. Eso tardó 8 semanas. En todo ese tiempo se convirtió en otro miembro de la familia”.
El pequeño colibrí contó con la suerte de encontrar a alguien con un corazón tan grande como Mike. Durante su estadía en la casa de Mike se dispuso a alimentarlo y le daba Pedialyte y azúcar para asegurarse de que se mantuviera con las fuerzas necesarias.
Mike llamó al colibrí Buzz por el sonido que hacen sus alas al volar.
Una vez que el colibrí se recuperó partió de la casa de Mike. Sin embargo, cada año regresa a visitar a su viejo amigo. Al principió pensó que se debía tratar de otro colibrí, pero la manera en que se acercó hasta él fue tan especial que no tuvo más dudas. Ahora, con la llegada del verano, Mike sabe que podrá contar con la visita del hermoso colibrí.
“Al principio quedé en shock. Ningún colibrí se posa en la mano de un extraño así como así. Se trataba del ave que yo había rescatado”.
No hay duda de que este bonito colibrí valora al máximo todo el tiempo que Mike le dedicó para que lograra sanar sus alas. Esta es una muestra más de que todos los animales, sin importar su especie, saben sentirse muy agradecidos cuando los ayudamos.
Comparte este peculiar rescate que nos demuestra que nunca hay que juzgar a alguien por su apariencia.