En muchos países, el rechazo y las pérdidas de perros y gatos constituyen el principal obstáculo en cuanto al bienestar de los animales de compañía se refiere. A pesar de las campañas de concienciación, la cifra de casos se mantiene en crecimiento y es muy elevada.
Estos datos son un síntoma más de que estamos ante un problema de índole estructural y que reclama una mayor intervención y cooperación de todos los agentes, públicos y privados, implicados en su prevención, pero también depende de cada uno de nosotros concientizarnos acerca de los beneficios que trae la adopción.
Un pequeño y lindo gatito de tan solo 90 gramos de peso fue rescatado de una carretera muy transitada por un buen samaritano que pasó por el lugar a la hora justa y en el momento indicado. Gracias a su gesto, hoy el minino se ha convertido en un precioso ejemplar atigrado.
Jed era tan pequeño que cabía en una mano, pero no por eso era menos valiente
El conductor se percató del minúsculo animalito que cabía en la palma de la mano, e inmediatamente detuvo su vehículo para tomar al bigotón entre sus manos y sacarlo de su predicamento en el último momento.
Una vez a salvo, el amable sujeto se puso en contacto con Nikki Martinez, una rescatadora de animales y directora de Hearts Alive Village.
“Su mamá gata probablemente colocó a los gatitos en el motor del automóvil para mantenerlos calientes y seguros. Tenía menos de 36 horas de nacido. Sorprendentemente, solo sufrió un rasguño en la nariz”, dijo Nikki.
El pequeño bautizado como Jed fue un valiente luchador desde el principio. Cuando llegó al refugio y recibió su primer alimento, literalmente devoró la fórmula para gatitos como todo un campeón, feliz de disfrutar de su nuevo hogar dentro de una cálida y acogedora incubadora, junto con un juguete perfecto para acurrucarse con él.
“Era pequeño y frágil, pero muy duro al mismo tiempo. Estaba buscando un nombre fuerte que le quedara bien, y pensamos que Jed era perfecto para él”, agregó Nikki.
El pequeño engulló cuatro gramos de alimento su primera noche en el hogar de acogida. Aún tenía los ojos cerrados, las orejas dobladas, pero estaba feliz de que lo cuidaran y de tener una nueva mamá a la que abrazar para sentirse seguro.
Sin embargo, Jed estaba atravesando todo tipo de problemas gastrointestinales que mantenían a su familia adoptiva muy ocupada y sin dormir por las noches, ya que los cachorros recién nacidos y sin madre son increíblemente frágiles y vulnerables.
Lo más difícil es descubrir qué necesitan, por lo que Nikki y su esposo trabajaron arduamente como equipo para monitorear de cerca el peso del gatito mientras se desvivían en cuidarlo con esmero y dedicación inquebrantable las 24 horas del día.
Gracias al amor de la pareja, las cosas empezaron a mejorar para el pequeño. A los 16 días de edad, Jed finalmente alcanzó su peso deseable. A las tres semanas, el gatito salió finalmente de la incubadora y se mudó a un minicorralito donde comenzó a aprender a caminar, lo que descubrió rápidamente convirtiéndose en un audaz escalador.
Qué guapo, se ve como todo un galán
Así se transformó en un gato fornido y feliz con una gran personalidad. Fue entonces cuando supieron que era hora de dejarlo desplegar sus alas y volar con otra familia.
No solo encontró un nuevo hogar para siempre, sino que le acompañó Butter, su hermana felina de otra madre, por lo que ya nunca más volverá a esta solo.
Comparte esta historia con tus amigos y familiares más queridos, recuerda que la adopción es la mejor alternativa que a la hora de adquirir un animal de compañía beneficia a todos.