En algunas ciudades resulta común ver a perritos deambulando por las calles, aunque esta no debería ser la norma, es una realidad contra la cual luchan los defensores de la vida animal.
Frente a esta situación aparentemente “cotidiana” puede que algunas personas se acostumbren a verlos sin prestarles ningún tipo de ayuda.
Esta era la triste realidad de Duke un perrito callejero que siempre regresaba al mismo lugar de un barrio texano, a pesar de vagar durante el día en busca de comida.
El motivo era sencillo, el perrito tenía un sillón viejo el cual había hecho como suyo.
Ese mueble que pudo ser la basura de alguien se había convertido en su hogar y lugar de resguardo. Por eso, después de largas expediciones en busca de alimento, Duke siempre regresaba al sitio para descansar en su cómodo sillón.
Durante un tiempo a nadie le importó la presencia de Duke en el vecindario, pero su vida comenzó a cambiar en el momento en que un residente decidió intervenir.
Un vecino tomó una fotografía a Duke y la colgó en Facebook. Según señaló el joven en la publicación, “se trataba de un animal delgado y lleno de sarna, al cual su madre había visto en el vecindario por mucho tiempo.
El chico solicitaba un poco de ayuda para cambiar la realidad del animalito, pues su condición era realmente trágica.
Fue de este modo que la voluntaria de Rescue Dogs Rock NYC, Leslie Ysuhuaylas vio las fotos y no pudo contener la motivación por ayudarlo. Esta mujer es uno de esos ángeles que Rescue Dog tiene en Texas, así que se contactó con el joven y buscó a Duke de inmediato.
Leslie llevó al perrito a la emergencia de una clínica veterinaria en Dallas, pues Duke estaba anémico, deshidratado, cubierto de pulgas y sarna. Pero además de todo estaba a punto de perder la vista a causa de unas grandes cataratas.
«Estaba muy asustado y realmente no confiaba en la gente. Era bastante cauteloso», dijo Ysuhuaylas.
Los dientes de Duke también mostraban señales de la vida tan dura que había tenido que llevar, pues estaban limados y una marca en su cuerpo lo identificaba como un perro de cebo.
Esta criatura que se refugió por largo tiempo en ese sillón viejo, sólo lo hacía como modo de protección no solamente a las rudezas de la calle sino para resguardarse del pasado tormentoso que había tenido que atravesar con sus antiguos dueños.
Los perros de cebo se usan para entrenar perros de pelea.
Estos animalitos están constantemente atados con su boca amordaza. Soportan los tratos más tristes que cualquier criatura tendría que vivir, así que no resulta extraño que el mueble se haya convertido en su refugio.
Por fortuna, Leslie estuvo allí para ayudarlo y ahora este valiente se recupera paulatinamente en la clínica. Las marcas de su piel están sanando y sus ojos han comenzado a aclararse, esperamos que con mucho amor también se ilumine no sólo su mirada y no sus memorias para que deje atrás tanto sufrimiento.
Cuando esté completamente sano, este chico será enviado a Nueva York para ser puesto en adopción y esperamos que su nueva familia sea tan amable como para obsequiarle otro sillón. Uno limpio en donde no tenga que soportar ni frío, ni hambre, sino las comodidades del amor que pueda recibir de ellos.
No te vayas sin compartir la historia de Duke. Que esto sirva de ejemplo y motivación a más personas a actuar cuando ven a un animalito callejero que frecuente su vecindario ¡Unidos podemos acabar con sus agonías, comparte!