Vivimos en un mundo donde la tecnología parece dejarnos cada día más deslumbrados.
Contamos con un sinfín de invenciones que nos ayudan a hacer nuestra vida un poco más fácil pero parece que nos olvidamos de velar por el bienestar de otros seres vivos.
La industria de los cosméticos continúa realizando dolorosas e innecesarias pruebas de laboratorio en animales.
Leer y ver la atroz realidad de lo sufren estos animales es algo que muchos simplemente no podríamos enfrentar.
Las escenas pueden resultar muy duras, pero Spencer Susser ha creado un cortometraje animado que se ha convertido en un claro llamado de conciencia.
El protagonista es un conejo llamado Ralph. Desde el primer momento, el roedor lucía realmente mal.
“Lo hacemos por los humanos, ¿cierto? Ellos son muy superiores a nosotros los animales. Hasta han ido al espacio”, dice Ralph con una voz desgarradora.
Su ojo derecho estaba tan afectado que no podía ver, y en una de sus orejitas siente un constante zumbido. A pesar todo, Ralph se dirigió a la cámara con muchísimo amor y explicó que su vida es la de un conejo de laboratorio.
“Soy un animal de pruebas de laboratorio. Mi papá, mi mamá, mis hermanas, mis hijos lo eran. Todos perdieron la vida haciendo su trabajo y así lo haré yo también”, aseguró Ralph.
En tan sólo unos segundos, el cortometraje dio una clara muestra del Test de Draize. Al igual que podemos ver con Ralph, esta prueba consiste en aplicar 0.5 ml de una sustancia en el ojo o en la piel de los conejos.
Todo esto con el fin de tomar nota de los posibles efectos. Este test es realizado desde 1944 y también solían realizarlo con perritos.
Ralph cuenta en primera persona el drama que sufre con cada prueba a la que es sometido, además, dijo que perdió a su familia por los daños de los estudios en los laboratorios.
Cualquier persona con un mínimo de empatía comprendería lo doloroso e incómodo que esto resulta para los animales.
“Sé que luce mal, pero es mi trabajo para que un humano tenga la ilusión de que utiliza un desodorante o labial más seguro”, dijo Ralph.
En el mundo entero se realizan estas y muchas otras pruebas. Algunas pruebas de toxicidad son realizadas en cobayas, conejos o ratas embarazadas para estudiar los efectos en sus fetos.
Otros estudios que se centran en la carcinogenicidad, causan cáncer en los animales. Existen más de 15 mil ingredientes que ya han sido probados seguros para el uso humano y si las industrias se centraran en el uso de los mismos, ningún animal tendría que pasar por esto.
“Tengo quemaduras químicas por toda mi espalda. No es gran cosa. Sólo duele cuando respiro o me mueve un poco”, dice el conejo.
Las estadísticas aseguran que más de 12 millones de animales son utilizados en la Unión Europea cada año en experimentos de laboratorio.
Otra manera de verlo es que al menos 137 peluditos sufren tratos dolorosos cada 10 minutos. ¿Realmente vale la pena todo este sufrimiento por la creación de un producto cosmético?
Algunos lo verán como un simple cortometraje pero Ralph es apenas una muestra del oscuro mundo en el que viven miles de animales inocentes. Une tu voz y comparte para exigir que esto llego a su fin.