El ejército de cada país suele encargarse de la defensa y la protección de cada Estado, además de ser la institución donde se encuentra toda la fuerza e inteligencia militar de ese país; sin embargo, en esta historia un oficial ha tenido una misión bastante particular.
La peculiar misión de este agente perteneciente al ejército de Estonia, Erich Prikko, sucedió en las inmediaciones del lago Võrtsjärv, el lago interno más grande del país europeo.
El soldado del ejército de Estonia estaba en búsqueda de un lugar para usar como un baño en medio del bosque cuando escuchó un ruido cerca de él.
Al principio, Prikko imaginó que se trataba de un perro lo que se encontraba alrededor de los arboles del bosque, pero mientras más se iba acercando a la criatura notó que se trataba de un alce bebé.
Erich prefirió tomar distancia y tratar de no sobresaltar al pequeño, pero para su sorpresa el alce no dejaba de ir hacia donde estaba él. El alce caminó hasta donde estaba el soldado y, aunque se mostró muy tímido al principio, después de un rato el pequeño empezó a lamer a Erich Prikko.
El alce estaba jugueteando con el oficial, pero algo bastante extraño llamó la atención de Prikko y es que después de varios minutos el alce empezó a buscar glándulas mamarias en el soldado.
El pequeño se dirigía por debajo de las axilas de Prikko intentando encontrar alguna forma de obtener alimento. Prikko supo de inmediato que el alce estaba hambriento y probablemente estaba solo o peor: era huérfano.
El soldado no podía alimentar por sí solo al animal, así que el hombre se comunicó con una clínica veterinaria para solicitar ayuda en el inhabitual evento y afortunadamente recibió una respuesta bastante rápida.
El veterinario indicó a Prikko que debía quedarse a monitorear la situación y envió a un trabajador con un biberón de leche para alimentar al alce. Después de que el pequeño animal saciara su estómago, tanto el alce como el soldado se despidieron.
Sin embargo, Prikko sabía que el alce debía reunirse con su madre y quedó con la duda de si eso sería posible. Por esa razón, la mañana siguiente Prikko fue hasta donde encontró al alce el día anterior y notó varias huellas, una del pequeño y otras a su lado más grande, lo que le hizo pensar que ya había encontrado a su madre.
El soldado siguió las huellas y pudo ver al pequeño alce junto a su madre, ya se encontraba feliz y protegido en la inmensidad del bosque estonio.
Este soldado se merece una medalla por el servicio tan atento y tierno que le brindó a este pequeño en apuros.
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