Aún inmersos en estos tiempos aciagos de pandemia mundial, continúan sucediendo hechos e historias tristes, que nos deben llamar a la reflexión acerca de cuál debería ser nuestro papel en la conservación de las especies, así como generar nuestro repudio para quienes tratan con desprecio a los animales.
Durante este año y medio de incertidumbre que hemos vivido todos, sin excepción, muchas personas sin los medios suficientes para mantenerlas, se han desecho de sus mascotas, tal como le sucedió a Krispy, quien pasó un año en la calle, tiempo que socavó su confianza en la humanidad.
A pesar de que, durante todo ese lapso de tiempo el perrito fue monitoreado por la ONG brasileña DAR Animal Rescue, Krispy, muy asustado, agachaba su cabecita cada vez que alguien se acercaba para tratar de acariciarlo o darle de comer.
Sin embargo, con mucho amor, paciencia y dedicación, un buen día los voluntarios del refugio lograron que Krispy se ganara su confianza y se dejara ayudar. Y es que, parece mentira, pero, la verdad es que la cantidad de mascotas en la calle se ha disparado, especialmente en Latinoamérica.
Cachorros como Krispy, quienes creían tener un lugar seguro donde pasar el resto de sus vidas, han sido apartados de sus hogares y dejados a su suerte. Por eso, Krispy perdió la fe.
Si bien no se saben los pormenores de cómo fue que el animalito terminó en la calle, se hacía evidente que había pasado por distintas manos, antes de ser encontrado por la asociación de rescate de animales.
Al verlo, se dieron cuenta de que el perrito mostraba signos inequívocos de trauma emocional. Tiritaba horrorizado ante el menor atisbo de contacto humano, pero había que ayudarlo a como diera lugar. Además del terror que manaba de su mirada, su nivel de desnutrición amenazaba seriamente su vida.
“Al principio, intentamos interactuar de todas las formas posibles, pero nos dimos cuenta de que, lo mejor, por el momento, era dejarle un plato de comida, alejarse y repetir la acción a diario hasta ganarnos su confianza”, dijo uno de los voluntarios.
Según informaron los portavoces de la organización DAR Animal Rescue, Krispy debió transitar por un verdadero calvario. Era la única explicación de su profundo temor hacia los humanos.
Finalmente, después de un año que pareció un siglo de vivir en la calle, sufriendo el oprobio y los embates del más absoluto desamparo, el perrito se dejó tocar y, poco a poco a acariciar. Fue aceptando la ayuda y, cuando ya pudo ser abrazado, fue trasladado para que recibiera la atención médica que requería.
Los veterinarios informaron que, a su llegada, Krispy pesaba tan solo 5 kilogramos, de modo tal que procedieron a internarlo para aplicarle un tratamiento contra la desnutrición, la deshidratación y la enfermedad del gusano del corazón.
“Estaba en un estado deplorable. Necesitaba ayuda urgente”, dijeron los especialistas.
Fue debidamente atendido y, gracias a la ONG, hoy Krispy se encuentra a salvo y feliz en un nuevo hogar permanente. La pesadilla de la soledad de las calles, finalmente ha terminado para él. Y su confianza por los humanos renació.
Comparte esta historia con tus amigos. Aquel año fue muy difícil de superar, todo por la irresponsabilidad de algunos. Lo que es seguro, es que Krispy jamás deberá preocuparse por tener que pasar por algo parecido en lo que le quede de vida, ya que es muy amado y consentido por su nueva familia humana.