La mayoría de los animales que se destinan al circo son animales criados en cautiverio, es decir, nunca conocieron ni disfrutaron de la libertad, siendo uno de los animales más demandados para los espectáculos circenses los inocentes elefantes.
Tuvo el peor de los pasados
En su estado salvaje, estos animales están acostumbrados a vivir en grupo, tienen importantes y complejos comportamientos sociales y protocolos de jerarquía. Los elefantes son animales que se agrupan en manadas. Usan su trompa para poder respirar, tomar agua, levantar objetos y sobre toda para comunicarse entre ellos; algo de lo que Mara, una elefanta asiática, fue injustamente privada.
Hasta hace unas semanas vivía en el ex zoológico EcoParque de Buenos Aires, Argentina. Durante 25 años estuvo rodeada de edificios, autos y personas; y a pesar de compartir espacio con otras dos elefantas africanas jamás interactuaron entre sí, tal vez por ser de diferente especie o simplemente porque estaban destrozadas por dentro debido al suplicio que vivían.
Afortunadamente, algo mejor esperaba a la vida de Mara. Fue enviada a un santuario para elefantes, llamado el Mato Grosso, ubicado en Brasil, después de haber recorrido 2.700 kilómetros dentro de una caja metálica.
Lo primero que hizo fue jugar con el suelo nuevo: asomó la trompa, agarró tierra y la tiró por encima de la caja y sobre los costados de su cuerpo. Se tomó su tiempo para darse confianza, avanzar y alejarse definitivamente de la caja. Después tomó agua y siguió jugando.
En su primera noche, hizo por primera vez lo que no había hecho en un cuarto de siglo: interactuó con otra elefanta. Parte de la noche del viernes y mañana de un sábado pasó «conversando» con Rana, una elefanta que ya habitaba en el santuario. Su conversación se dio de una reja a otra, ya que ellas no se encontraban juntas.
“El cuidador Scott escuchó algunos ruidos muy fuertes anoche y corrió a ver lo que estaba sucediendo. Encontró a Rana abrumada de alegría: bramó, trompeteó, retumbó y estaba más emocionada de lo que la había visto nunca. Esta mañana, Rana y Mara estaban en puestos separados en el granero haciendo muchos más ruidos, bramidos, trompetas y chillidos», escribieron desde la cuenta de Instagram del santuario.
En las redes sociales la salida de Mara del Ecoparque, promocionada por el circo como “una bestia asiática en camión por las calles de la Ciudad”, se convirtió en un suceso que siguieron miles de internautas a través de los hashtag: #LanuevavidadeMara y #Maramoves.
Asimismo, a través de la cuenta de la organización sin fines de lucro estadounidense “Global Sanctuary for Elephants”, mostraron cómo Mara y Rana fueron reunidas por primera vez sin rejas de por medio.
En las imágenes se ve cómo Mara permanece al lado de Rana y extiende su trompa para saludarla.
La rápida adaptación de Mara en el santuario sorprende a los cuidadores, ya que desde su primer día de estadía dio una gran noticia: Mara pisó el pasto tras 25 años de no hacerlo. Eso fue para quienes la cuidaron en los últimos tiempos, y para los que la acompañaron hasta su nueva casa, uno de los momentos más emocionantes.
Le espera una gran vida feliz por delante
Aunque cada día vamos dando pequeños pasos en contra del maltrato animal, aún queda mucho camino por recorrer. Los animales tienen derecho a vivir en libertad y no padecer una vida de encadenamientos, malos tratos y ridiculización.
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