Kayla Denney siempre supo que quería dedicar su vida a luchar por los animales. Sin embargo, cuando quedó a cargo del Refugio en Taft, Texas; supo que se trataría de una de las tareas más difíciles de su vida. El lugar era un completo desastre y cientos de perros llegaban para pasar sus últimos días antes de ser tristemente sacrificados. Lograr cambiar las cosas no sería nada fácil.
“Los miércoles eran los días en los que acababan con sus vidas. Era terrible”.
Para empezar, no había electricidad en todo el edificio. Había una sola manguera para la limpieza de las jaulas. Sólo había algo en grandes cantidades y se traba del letal químico con el que “resolvían” el problema de la enorme cantidad de perritos que seguían llegando. Era algo simplemente indignante pero Kayla era la persona necesaria para que todo esto llegara a su fin.
“Los animales lucían muy tristes. Hasta el edificio se veía sin ganas de nada. Era hora de un cambio”.
Desde su primer día, Kayla se reunió con el jefe de Policías, John Cornish y descubrieron que tenían una meta en común: convertir el refugio en un lugar donde ningún perrito perdiera la vida. Trazaron un cuidadoso plan y desde entonces no han hecho más que ver cómo ese sueño tan hermoso logra hacerse realidad delante de sus ojos.
“Todos los perros merecen una oportunidad”.
Kayla se las ingenió para hacer una red de personas que estuvieran dispuestos a luchar por los perritos. Contactó a más de 3.000 voluntarios que se ofrecieron para dar hogar temporal, definitivo y muchas donaciones. A través de las redes sociales se veía el enorme cambio que estaba teniendo el refugio.
Kayla ganó el premio Héroes Anónimos otorgado por la Fundación The Petco.
Esto no hizo más que inspirar cada vez a más personas a sumarse a esta bonita transformación. El resultado es un verdadero éxito: En los cinco meses que ha durado su administración, ni un solo perrito ha recibido la letal e injusta inyección.
“Desde el primero de noviembre hemos salvado 565 perros y gatos en Taft”.
Kayla recibe cada día el agradecimiento de todos los peludos, pero también ha ganado importantes premios en metálico que le han permitido seguir dándolo todo por su refugio. Ella tiene grandes planes en utilizar estos fondos en hacer muy felices a los perritos.
“Quiero que tengamos un área de césped en donde puedan jugar y conocer a las familias. No es justo que todo el tiempo estén en cemento”.
No hay duda de que Kayla se merece este premio. El refugio ha quedado completamente irreconocible gracias a ella y las tristes expresiones de los perritos con cosa del pasado.
Comparte esta nota para apoyar el refugio de Taft. Ningún perrito merece perder la vida con una inyección sin antes conocer el amor de una familia.