Es cierto que la llegada de un nuevo integrante a la familia puede complicar un poco la dinámica dentro del hogar pero es completamente injusto dejar a un miembro del grupo de lado por no saber cómo lidiar con él.
Esto en palabras muy sutiles fue lo que sucedió con Inés, una perrita malinesa de 7 años, a quien sus dueños humanos decidieron apartar de la casa por una absurda razón.
Nadie merece lo que le sucedió a esta perrita.
Oficiales de Altos de Sena (Francia) intervinieron en un complejo de apartamentos para rescatar a la perrita que se encontraba confinada en un trastero. El estrecho espacio en que los dueños negligentes de Inés la dejaron medía apenas un metro cuadrado.
La criatura vivía allí en la oscuridad y el miserable espacio apenas le permitía darse la vuelta. El asunto era una tortura evidente pero aun así debieron pasar mucho tiempo antes de que alguien la liberara de ese calvario.
Un vecino dio alerta a las autoridades sobre lo que ocurría.
Inés pasaba noche y día allí asustada, sola, ladrando y llorando y sólo 3 meses después alguien se atrevió a poner la denuncia.
Ante el llamado los oficiales fueron de inmediato a investigar y ni ellos mismos podían creer que los dueños de Inés hayan hecho eso. Peor aún resulta que para estas personas el asunto estaba justificado.
Es deber de todos no pasar por alto estos actos.
Cuando la policía tocó en el departamento del hombre “responsable” de Inés, éste argumentó haber tenido que recurrir a esta medida como protección a su familia. Según explicó, su mujer estaba embarazada y de algún modo extraño la perrita representaba un peligro para ella.
Ese argumento no lo exoneró ante las autoridades.
El asunto le resultó absurdo a los oficiales y probablemente a cualquiera que vea la noticia. Es cierto que ciertas mascotas pueden despertar manifestaciones de celos cuando hay un bebé de por medio, pero en este caso se habla de un embarazo y de ningún modo se puede justificar lo que hicieron con esta perrita.
Cuánto dolor debió sentir el animal al ver que las personas que ella había amado por años la trataban de esa manera. El hombre también argumentó alimentar y sacar a pasear a la perrita dos veces al día, pero era evidente que estar en ese armario, así fuesen segundos, representa un acto cruel.
No debió durar ni una hora sola en ese lugar.
Por más que el dueño intentó justificarse, las autoridades le quitaron la potestad sobre el animal y además de eso, ahora se enfrenta a una denuncia por maltrato.
La fundación 30 Millions d’Amis se encarga de la parte legal del caso y el ex dueño de Inés podría ser sancionado con una multa de hasta 750 euros.
Inés goza de buen estado físico pero está muy perturbada por el encierro, los rescatistas intentan devolverle la paz. Antes de irte comparte esta lamentable historia y ayúdanos a condenar tales actos.