A veces sin esperarlo, el destino nos sorprende con la oportunidad de ofrecerle nuestra ayuda aun ser vulnerable. Así le sucedió a un hombre que se encontró a un animalito rosado en un estacionamiento de autos usados. El pobre animalito estaba solo y asustado, a él le pareció un gato muy raro.
Inicialmente pensó que el pequeño animal no podría sobrevivir durante el invierno que estaba próximo en llegar, y entonces decidió llevarlo al Centro de Rehabilitación de Vida Silvestre de South Plains (SPWRC).
Gail Barnes, directora ejecutiva de SPWRC recibió la llamada de este hombre, quien le explicó que dejaría una zarigüeya salvaje, pero al mirar a través de la cámara cuando dejaba la caja en el edificio de admisión Gail pensó que no era así.
«Mientras el hombre dejaba la caja sobresalía una pata sin nada de pelo, y dije: ‘Oh, Dios mío, esta no es la zarigüeya, debe ser un gato sin pelo’”, agregó Gail.
Una vez que el pequeño animal estuvo a salvo dentro del centro Gail abrió la caja y se dio cuenta de que era una pequeña zarigüeya salvaje, pero que solo tenía uno que otro pelo en la cara y en sus patas.
«Tenía hipotermia, así que tuvimos que calentarla. La pusimos en la incubadora y compramos calcetines, los calentamos y se los pusimos”, agregó Gail.
Todos dedicaron su esfuerzo para cuidar a la pequeña zarigüeya, quien tenía que ganar peso. No tenían idea de cuánto tiempo había estado sin su mamá, así que le dieron alimentos variados que la zarigüeya comió felizmente.
«Si la madre sabe que algo anda mal con el bebé, lo dejará. Así que probablemente estaba aterrada”, dijo Gail.
Los veterinarios le diagnosticaron alopecia, una enfermedad autoinmune que provoca la caída del cabello. Esta pequeña zarigüeya no pudo ser liberada en la naturaleza porque no tenía el pelaje para proteger su piel.
Para garantizar que durante el invierno la zarigüeya se mantenga a temperatura adecuada el personal del centro hizo un pedido de suéteres y bolsas. Hasta ahora ha recibido bolsas tejidas para acurrucarse y ropa heredada de los dueños de gatos sin pelo.
En las semanas siguientes de su llegada al centro de vida silvestre, la zarigüeya duplicó su peso y pronto estará lista para conocer a Remy, su compañera de cuarto.
Las dos pequeñas zarigüeyas vivirán en un recinto con mucho espacio para deambular con madrigueras acogedoras para dormir. El centro de vida silvestre espera que algún día puedan ayudar a educar a la gente sobre el importante papel que juegan estos marsupiales.
“Las zarigüeyas son animales incomprendidos. La gente las atrapa, no las quieren en su jardín, y piensan que parecen prehistóricas porque tienen más dientes que cualquier otro mamífero. Pero son animales que ofrecen muchos beneficiosos, son carroñeros, se comen los insectos, bichos y serpientes», dijo Gail.
La pequeña zarigüeya ya se siente más cómoda con sus cuidadores y todos los días demuestra que, contra todo pronóstico, está decidida a prosperar.
Comparte la emotiva historia de esta pequeña zarigüeya que nos está regalando un maravilloso aprendizaje de lucha y amor por la vida.