Una mañana Zoe estaba paseando por su vecindario cuando se encontró con una pequeña ardilla bebé debajo del auto de su hermano, al ver que era tan pequeña y frágil se imaginó que la pobre había sido expulsada de su nido.
Ella dice que la ardillita estaba en el suelo acurrucada sin moverse y su instinto le dijo que debía protegerla. Una vez en casa, la pequeña no se quiso alejar de ella, se comenzó a acomodar en sus manos, luego en sus brazos y en su pecho; tranquila, sólo dormía en un intento por recuperar algo de su fuerza.
La tierna bebé buscaba el calor de una madre.
Tras algunas horas, por fin tenía fuerza suficiente para comer, así que poco a poco ella le fue ofreciendo de comer; cada hora, luego cada 2 horas, 3 horas y así durante toda la noche, la pequeña estaba hambrienta y no paraba de alimentarse.
La mañana siguiente Zoe parecía tener una ardilla completamente diferente, la pequeña estaba llena de energía paseándose sobre sus hombros. Para ella la ardilla tiene una personalidad única y aunque sus funciones motoras no están del todo bien, eso no la detiene a lanzarse a escalar desde sus hombros a su cabeza.
¿Cuánto tiempo estaría sin comer la ardilla bebé?
Para Zoe era imposible no enamorarse de ella, pues se ganó su corazón con su entusiasmo por seguir viviendo sin que nada la detenga. Pero ella sabe que finalmente llegará un momento en el que le tenga que decir adiós para que la pequeña pueda tener una vida normal, aun así, decidió llamar a la ardillita Dean.
Así que la chica se dispuso a llevar a la ardilla al centro de rehabilitación Wildlife Rehabber donde finalmente la pondrían en libertad en su hábitat. Pero una sorpresa inesperada le aguardaba a Zoe, en el camino se encontró con otra ardilla bebé, ésta estaba en mucho mejor estado que Dean, pero al igual que él era muy joven como para estar fuera de su nido.
Hubo un lazo de amistad inmediato entre las dos pequeñas.
Ahora eran dos las ardillas que la seguían a ella como preguntándole ¿Eres mi nueva mamá? Zoe llamó a la nueva ardilla Sam y los dos se llevaron muy bien, no paraban de jugar juntos.
Sam se la pasa acicalando a Dean, siguiéndolo a todos lados y acurrucándose con él. Las dos ardillitas tienen una personalidad muy diferente, pero en su forma única se complementan. Sam se la pasa escalando por todos lados y corriendo, mientras que el pobre Dean tiene problemas para seguirle el paso a su hiperactivo compañero.
Pero la despedida era inevitable, pues no podía dejar a los dos encerrados en una jaula para siempre. Así fue como con Sam en jaula y Dean en su hombro se dirigió al centro de rehabilitación, durante todo el camino la ardillita estuvo tranquila en su hombro, como si no quisiera alejarse de ella en ningún momento.
Durante todo el camino Dean no se pudo alejar de Zoe.
El paso más difícil fue una vez en el centro de rehabilitación Wildlife Rehabber, pues una vez Dean se alejó se Zoe comenzó a llamarla como pidiendo por su madre, incluso el personal del centro se sorprendió de cómo la pequeñita reconocía a la chica como su mamá.
Las dos habían creado un lazo muy fuerte como madre e hijo.
Tras unas semanas Dean se recuperó por completo, los encargados de cuidarlas siguieron llamando a las pequeñas por los nombres que Zoe les dio y esperan ponerla en libertad pronto.
Esta fue la emotiva despedida
Ahora cada vez que ella ve una ardilla gris no puede más que pensar en su querido Dean, la pequeña ardilla que puso su fe en ella para seguir viviendo.
¡Te invitamos a compartir esta historia con otras personas para que, como Zoe, tengan el valor para ayudar a los animalitos que están desamparados en la calle!