Todas las criaturas claramente tienen una misión en esta vida. Sin embargo, para algunos animalitos los días no son necesariamente lo más brillantes y felices que quisieran.
Especialmente cuando sus horas se basan en nadar una y otra vez en un recipiente todo el día, como suele pasar con los hermosos peces dorados, que viven como mascotas en una pecera.
Pero imagínate lo terrible que sería si fueras un pez dorado y ni siquiera pudieras nadar. Básicamente es lo que le pasó a este pequeñito de aletas, al que tristemente le diagnosticaron una enfermedad incurable.
Tenía una afección llamada trastorno de la vejiga natatoria, que afecta su flotabilidad.
Los síntomas de esta afección incluyen nadar solamente boca abajo, flotar o hundirse.
Con suerte, el trastorno de la vejiga natatoria puede corregirse si la enfermedad es causada por problemas digestivos. Pero, desgraciadamente para este pececito, no había solución.
Estaba destinado a permanecer flotando boca abajo mientras durase en este mundo. ¿Qué vida es esa para un pez dorado?
Fue entonces cuando su familia, desesperada al ver que su animalito marino merecía una vida mejor, acudió a los expertos suplicando ayuda.
Fueron a un santuario de animales llamado The Garden Sanctuary. Stacey O’Shea, quien dirige el santuario desde su casa, en Wolverhampton, en el centro de Inglaterra, también quedó devastado con la condición de este pequeño y se propuso ayudarlo.
Stacey no estaba dispuesto a dejarse vencer y no descansaría hasta dar con la solución.
Fue así como ideó la solución más creativa que se hubiera escuchado jamás y que lo ha convertido en toda una celebridad al hermoso pececito.
Diseñó un chaleco salvavidas especial utilizando pequeños tubos de plástico y uniones en T, que normalmente se utilizan para filtros de aire acondicionado.
El pobre pez había estado nadando boca abajo en el fondo de su tanque, pero gracias a la grandiosa idea de Stacey y a su profundo amor por los animales, su calidad de vida cambiaría enormemente.
Agregó poliestireno a la estructura para que así el pez dorado adquiriera peso y efectivamente, funcionó.
«Había estado viviendo en el fondo de su tanque boca abajo durante algún tiempo y su encantadora familia estaba desesperada por conseguirle ayuda, así que vino a nosotros», relató Stacey a los medios.
Incluso, cambió el poliestireno periódicamente, cortándolo en diferentes tamaños, para que el pececito no se aburriera y pudiera nadar a diferentes niveles.
Era un maravilloso gesto para que al menos pudiera explorar y conocer varias partes del tanque. Después de todo, ese pequeño mundo era todo su mundo, y tanto su familia como Stacey estaban empeñados en hacerle sus días lo más felices posibles.
El santuario difundió un video con el resultado final. El pequeño nadando felizmente emociona al mundo:
Nos llena el alma saber de personas que arriesgan todo por criaturas aparentemente insignificantes, pero que a fin de cuentas son vidas, y que merecen todo el amor.
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