Cuando una familia se muda a un nuevo hogar siempre se trata de una nueva aventura, pero Miranda E. y su familia se encontraron con algo verdaderamente inesperado el día que se mudaron a su nueva casa. Parece que la habían comprado sin darse cuenta de que la estaban adquiriendo con un viejo inquilino que no planeaba irse de allí.
La familia se estaba mudando a la nueva casa con sus seis gatos y un perro.
Apenas les entregaron las llevas de su nuevo hogar, Miranda entró y encontró una curiosa nota escrita por los dueños anteriores de la casa. Allí les pedían un favor muy particular y les hablaban sobre un viejo gato que había estado viviendo con ellos durante varios años.
“En el jardín hay un viejo gato naranja que vive ahí. No está domesticado y nació en nuestro jardín hace 12 años. Solemos darle comida dos veces al día. De verdad agradeceríamos si siguen alimentándolo”.
En efecto, Miranda terminó de leer su nota y se dio cuenta de que el gato estaba mirándolos lleno de curiosidad desde la puerta del jardín. Parecía que había estado esperando la llegada de la nueva familia. Gracias a la nota, también pudieron enterarse de que la antigua familia no sólo lo había alimentado sino que también le había hecho una pequeña casita para que estuviera más cómodo.
“Le compramos una pequeña casa para el invierno y los días lluviosos”.
Sin duda, era un gato del que era imposible no enamorarse. La primera reacción de Miranda y su esposo fue reírse como locos. Se trataba de una hermosa casualidad, ya que ellos aman a los gatos.
“En la casa en la que vivíamos antes la gente solía abandonar a los gatos y nosotros los adoptábamos”.
La familia no dudó en segundo en abrir sus corazones al viejo inquilino; después de todo las puertas de la casa no había necesidad de abrirlas porque ya se encontraba bastante cómodo y establecido. Pero pronto comprobaron que en efecto era un gato muy arisco. Desconfiaba de todas las personas que se acercaban a él.
Como la nota no decía el nombre del gato, la familia decidió bautizarlo como Ratz.
Con el tiempo el gatito comenzó a aceptar los platos de comida que le dejaban, pero se escondía cuando alguien quería tocarlo. Decidieron darle su espacio y con el paso de las semanas el gato quiso acercarse poco a poco a ellos.
“Solía esconderse cada vez que nos acercábamos a la puerta. Ahora podemos sentarnos junto a él”.
El nivel de confianza es cada vez mayor y el gracioso gato incluso se toma la libertad de acercarse a la puerta y maullar para indicar que tiene hambre. Miranda espera que logre integrarse más a su familia y poder llevarlo a un veterinario para asegurarse de que está completamente bien.
“Si tienes los medios para cuidar de un animal que lo necesita, deberías hacerlo”.
Sin duda, Miranda y su familia demostraron tener un gran corazón al aceptar a este hermoso gato en esta nueva etapa de sus vidas. Esperamos que cada vez logre integrarse más a ellos.
Te invitamos a compartir esta nota para celebrar el hermoso gesto que Miranda realizó.