Fiona Presly siempre ha sido una gran amante de los animales pero nunca imaginó que formaría una profunda amistad con nada menos que un abejorro.
Todo comenzó cuando Fiona estaba caminando por su jardín cuando vio a una linda abejorro que lucía un poco desorientada.
Normalmente, estos animales no se acercan tanto a los humanos pero la pequeña parecía decidida a quedarse muy cerca de Fiona. Para ayudarla, Fiona decidió posarla sobre una flor. Pensaba que estaba débil y que con un poco de néctar recuperaría sus fuerzas para reemprender el vuelo.
Sin embargo, minutos después regresó a darle otro vistazo y comprobó que seguía en el mismo lugar. Fue entonces cuando se acercó a ella con más detenimiento y se dio cuenta de que la pobre no tenía alas.
Fiona sabía que esto era muy extraño en estos animales. Además, una tormenta se acercaba a su ciudad y no quería dejar a la linda abejorro expuesta sin contar con un lugar seguro.
Durante días, Fiona se dedicó por completo al cuidado de su nueva amiga. Le daba agua con azúcar y se aseguraba de dejarla cerca de las mejores flores para que pudiese alimentarse sin ningún problema.
La abejorro se mostraba cada vez con un poco más de energía y hasta adoraba posarse tiernamente en el rostro de su nueva protectora.
“Cuando veía que me acercaba, comenzaba a caminar en mi dirección. Adoraba pasear por mi mano. Parecía muy feliz de estar conmigo”, recordó Fiona.
En cuestión de días, ya habían forjado un nexo tan especial que Fiona decidió construir un pequeño jardín hecho a su medida. La bautizó con el nombre de Bee y realizó una profunda investigación para asegurarse de que nada le faltase a su amiga.
También protegió el hogar de su amiga con una pequeña malla para asegurarse de que otros insectos no le hicieran daño ni tomaran de sus alimentos. El resultado fue increíble y cada día que pasaba a su lado la abejorro encontraba una manera de demostrarle a Fiona lo agradecida que se sentía.
“Creo que le gustaba saber que no estaba sola. Son seres sociales por naturaleza. Creo que está en su instinto”, dijo Fiona.
Los abejorros viven un promedio de 28 días pero Bee logró sobrevivir un par de semanas extras gracias a los cuidados de su fiel amiga Fiona. Un día, la abejorro se quedó dormida en la mano de Fiona y nunca más despertó. No hay dudas de que hasta el último segundo, agradeció al máximo los cuidados de su compañera humana.
¿Qué opinas de esta amistad tan única? No te vayas sin compartir esta historia para celebrar el sinfín de enseñanzas que los animales nos dejan.