Marisa sacó a pasear a sus perros como cada día, sin imaginar que ese sábado descubriría en las jardineras cercanas a su residencia a un personaje muy especial. Se trataba de un pequeño gatito, que lloraba clamando ayuda.
El animalito estaba bastante flaco y Marisa supo que debía hacer algo para ayudarlo. En Tel Aviv, ciudad en la que vive la chica, no es raro encontrarse a gatitos huérfanos deambulando por las calles, por eso era imperioso hacer algo al respecto.
La triste mirada de este gatito le rompió el corazón a Marisa
Marisa volvió a casa corriendo para dejar en ella a sus perros y regresó al lugar donde había divisado al minino, cargada de comida y golosinas, cualquier cosa que pudiera calmar su hambre y, lo más importante de todo: llamar su atención.
La voluntaria se acercó lentamente al callejero, tratando de no asustarlo, pero él estaba tan exhausto y débil, que solo la dejó recogerlo sin poner ninguna resistencia. Ella lo llevó de regreso a su departamento, donde le dio agua para hidratarlo.
Marisa dudó de la supervivencia de este pequeño indefenso
Examinando más de cerca al chiquillo, Marisa se dio cuenta que en solo semanas, la experiencia de este pequeño en las calles había sido muy dura. Tenía lesiones viejas y frescas en varias partes de su cuerpo.
Las siguientes semanas fueron de total incertidumbre. Marisa y su novio no sabían si el gatito sería capaz de sobrevivir, pero ellos estaban dispuestos a intentarlo todo con tal de ayudarlo a sobrevivir al trance.
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Pronto Marisa se dio cuenta de que uno de sus perros, Comet, también estaba dispuesto a hacer las cosas más fáciles para el pequeño rescatado.
Poco a poco ambas mascotas comenzaron a desarrollar una gran simpatía el uno por el otro, entonces la rescatista y su novio tuvieron la certeza de que el minino iba a estar bien.
Pronto Comet decidió hacerse su mejor amigo y su compañero de travesuras
Cada vez que podía, Comet abría la puerta de la guardería para dejar escapar al gatito, así que Marisa entendió que este par de amigos solo quería pasar la mayor parte del tiempo juntos. Entonces los dejó jugar bajo su supervisión.
Fue entonces cuando perro y gato comenzaron a hacer todo juntos: especialmente a acurrucarse.
Phoenix no sabía cómo agradecer el amor de Marisa
El gatito volvió al veterinario para una supervisión y el especialista no podía creer que fuera el mismo minino que unos días atrás se debatía entre la vida y la muerte: ya no estaba débil ni tembloroso y su mirada era brillante y vivaz.
Pronto llegó a casa otro animalito en apuros: un perro al que llamaron Ziggy, entonces Comet y Phoenix (el pequeño gatito), entendieron que la pandilla había aumentado y se convirtieron en un trío amoroso e inseparable.
Phoenix, que recibió ese nombre por resurgir de sus cenizas, está en vías de tener la mejor vida del mundo y todo gracias a la generosidad de una rescatista.
Comet, Phoenix y Ziggy, un grupo de amigos muy especial
¿Serías capaz de hacer lo mismo que hizo Marisa por un pequeño en apuros? Tú también puedes ayudar, compartiendo esta noticia y motivando a otros a salvar a los animalitos que lo necesitan.