Si bien el grueso de las personas que comparte la vida con una mascota lo hace desde el corazón y las considera parte fundamental de su núcleo familiar, para nadie es un secreto que para ciertos individuos esa luz maravillosa se opaca tras la sombra de lo peor de sí mismos, una vez consideran un estorbo a aquel animalito que un día llegó solo para brindar amor.
Nos referimos a que ese supuesto afectó, esa empatía inicial que se desarrolla inicialmente con una mascota cuando aparece en nuestras vidas desaparece cuando las dificultades para hacernos cargo de su bienestar comienzan a apretar con fuerza.
Pero, en fin, sea como quiera que sea, esta historia, es un soplo de aire fresco, ya que nos demuestra que la piedad, la solidaridad, la empatía y el amor aún siguen siendo mayoría entre los que habitamos este inmenso y convulsionado planeta azul.
En medio de una carretera solitaria del estado de Alabama, en los Estados Unidos, un grupo de pequeños cachorros se encontraban a su suerte, ateridos, encogidos uno contra el otro y resignados a un destino francamente incierto.
Sin embargo, como enviado por la Providencia, un joven que pasó en ese momento por allí se percató de los perritos e inmediatamente acudió hasta ellos para revisar la condición en la que se encontraban.
Los pequeños no dudaron en acercarse a quien los llamaba con ternura
Al llegar frente a la camada, pudo darse cuenta de lo sucios y delgados, pero también de lo pequeñitos que eran, lo cual le generó un sentimiento de lástima y confusión que incluso estrujó su sensible corazón, haciendo que las lágrimas se asomaran a la ventana de sus ojos.
“Al verlos noté lo vulnerables y pequeñitos que eran. Hace años tuve una experiencia similar y no pude evitar revivirla. Lloré”, confesó el joven.
Se puso en contacto con sus hermanos, quienes se presentaron minutos después a la escena y entre todos recogieron al grupo de desvalidos animalitos, los colocaron en su auto y los trasladaron a su hogar en el estado de Florida, a muchos kilómetros, por lo que pasaron unas cuantas horas de camino rodeados de sus sucios, pero muy juguetones nuevos amigos.
“Por suerte los chicos no saltaron al asiento delantero y jugaron con el volante. Simplemente se quedaron atrás, entendiendo que esta era una oportunidad que no podían desperdiciar”, dijo uno de los hermanos rescatadores.
Actualmente, gracias a este grupo de hermanos de gran corazón que se dejaron hipnotizar por la simpatía y la vivacidad de este grupo de hermanitos perrunos, una historia que podría haber sido trágica se transformó en otra completamente distinta, una que más bien celebra la vida, ya que aumentó la alegría de este grupo de hermanos ejemplares.
Ahora los hermosos y ya limpiecitos y buen cuidados animalitos crecen sanos y fuertes, en compañía de sus amables salvadores con quienes siempre estarán agradecidos.
Comparte esta bella historia con tus familiares y amigos. Quizás todos deberíamos aprender una que otra lección de este tipo y emular a estos chicos.