Los perros son los animales más nobles, tiernos y cariñosos que pueden formar parte de nuestra vida. Sin embargo, en muchas ocasiones las personas no son capaces de ver lo especiales que son y, lejos de agradecer su amor incondicional, los tienen olvidados y sin darles los cuidados más básicos.
Lamentablemente, esto fue lo que sucedió con un pobre pitbull, llamado Max, quien pese a tener una familia, era tratado de la peor manera. Estaba atado a un árbol sin poder moverse, sin agua, sin comida y sin ningún cuidado, sentado sobre sus propias heces.
Fueron los mensajes de texto enviados por los vecinos de Swedesboro, New Jersey, quienes alertaron a Kerry Haney, voluntaria de Don’t Bully Us Rescue de la terrible situación del perrito.
“Recibí seis llamadas telefónicas, una docena de mensajes de texto y cientos de notificaciones en Facebook sobre un perro atado a un árbol en Swedesboro muriendo de hambre. No podía moverse ni un centímetro, no tenía comida ni agua y estaba sentado sobre sus propias heces. Fui en pijama hasta la dirección para ver si el perro estaba allí y si había alguna posibilidad de hablar con la familia para ayudar”, dijo Haney.
En medio de la noche, la mujer no pudo encontrar al perrito, pero decidió alertar al Departamento de Policía de Woolwich Township sobre lo que estaba ocurriendo. Los oficiales le indicaron que ya estaban investigando el caso y que en los próximos días intentarían rescatar a Max.
“Fue difícil, tuvimos que sentarnos bajo la oscuridad durante días mientras la policía hizo lo necesario para rescatar al perro del dueño”, mencionó la mujer.
Después de una larga semana de investigación policíaca, Max por fin fue rescatado y trasladado al Refugio de Animales del Condado de Gloucester, en donde lo cuidaron hasta la audiencia judicial que se realizó el 6 de octubre. Su propietario fue declarado culpable y recibió una cuantiosa multa por maltrato animal, aunque no ha trascendido la cantidad exacta.
Posteriormente, Don’t Bully Us Rescue hizo lo posible para poder cuidar del perrito y fue
Haney quien se ofreció a abrir las puertas de su casa para brindarle un hogar amoroso. Aunque el refugio temía que el pitbull pudiera ser agresivo a causa de su triste historia, la mujer ha descubierto que es sumamente dulce y que no ha aprendido cómo ser un perro.
“Max es un cachorro atrapado en el cuerpo de un chico grande. Evidentemente, nunca tuvo la oportunidad de jugar cuando era pequeño así que tiene toda la energía y la alegría de un cachorro de 16 semanas. Todavía no tiene modales, pero estamos trabajando en ello”, mencionó la mujer.
Afortunadamente, Max ha recuperado la libertad de la que fue privado durante mucho tiempo injustamente, está aprendiendo a disfrutar de la vida y su familia de acogida le está brindando todo el amor y la ayuda que necesita para poder rehabilitarse. Esperamos que muy pronto pueda olvidar su triste pasado y pueda ser feliz plenamente, es un gran perro y le espera un brillante futuro.
¡Comparte esta emotiva historia con todos tus amigos y recuerda que los animales tienen tanto derecho a una vida digna como nosotros!