Hay personas que adoptan a un perro como mascota tal vez por el simple hecho de necesitar alguna compañía o para resguardar sus propiedades, pero nunca establecen un verdadero vínculo amoroso con el animal.
Eso fue lo que le ocurrió a Max, un pitbull que fue encadenado por su dueño a un árbol sin posibilidad de moverse y condenado a una muerte segura.
Kerry Haney, de la organización Don’t Bully Us Rescue, estaba sentada en su casa una noche tranquila cuando comenzó a recibir muchas llamadas y mensajes de texto acerca de un pitbull que se encontraba en una situación muy horrible.
El pobre Max amarrado a un árbol no podía moverse al ser encontrado
El perro estaba en el patio de la casa donde vivía, atado a un árbol con tanta fuerza que no podía ni mover la cabeza. No tenía comida ni agua y de cualquier modo no hubiera podido alcanzarla.
«Todavía tenía puesta mi pijama cuando llegué a la dirección, pero no vi a ningún perro. Quería hablar con el dueño», declaró la rescatista voluntaria.
Kerry y Max
Le avisó a la policía y lo único que podía hacer Kerry era esperar a que los agentes hicieran su trabajo y sacaran al perro de la propiedad donde vivía.
En esa misma semana, el can fue sacado de aquella casa y lo enviaron al Refugio de Animales del Condado de Gloucester, New Jersey.
El dueño de Max sería declarado culpable de maltrato y negligencia, por lo cual tendría que pagar una multa.
Después, el animal sería entregado oficialmente al refugio. La organización Don’t Bully Us Rescue quería encargarse de Max inmediatamente, pero el refugio se quedó con él.
Max fue muy juguetón y cariñoso con los policías locales
Cuando a Max le hicieron unos exámenes médicos y dio positivo por presentar gusano del corazón o dirofilariasis canina y, además falló en algunas pruebas de comportamiento, el refugio pidió entrevistarse con los miembros de la organización Don’t Bully Us Rescue.
«Si le consiguen un cuidado más personalizado a Max, se queda bajo su resguardo», dijo un directivo del Refugio de Animales.
Como Kerry era parte de la institución, se decidió que ella sería la que criaría al perro. La rescatista estaba feliz de darle al can una segunda oportunidad en la vida que tanto merecía. Comprobó que es un perro dulce y amable a pesar de que el refugio advirtió lo agresivo que podía ser.
Max es solo un cachorro en el cuerpo de un perro grande. Nunca llegó a jugar mientras se desarrollaba, por eso no sabe cómo actuar. Max no tiene modales, pero eso es algo en lo que Kerry se propuso trabajar con él, para enseñarle lo increíble y amorosa que puede ser la vida.
Max llegó a la familia junto con otros dos perros y es amable con todo el mundo. Especialmente ama a los niños.
«Le encanta jugar. Juega conmigo en la oficina cada día. A veces mastica su hueso mientras yo trabajo y nunca ladra a los niños ni al cartero que pasan por allí. La familia perfecta para Max sería una que fuese activa y le encantara ir de paseo», dijo Kerry.
A pesar de que Max fue un perrito maltratado por su dueño y estuvo a punto de morir en condiciones de maltrato, el futuro que ahora se le abre es prometedor.
Comparte con todos tus seres queridos esta esperanzadora historia y recuerda que tener una mascota implica una gran responsabilidad, todas merecen recibir amor y protección.