Una osita bebé recibió la oportunidad de seguir viviendo gracias a una noble persona que apareció justo a tiempo en su camino y que hizo todo lo posible para salvarla.
La vida tranquila y normal de Nikolay Vasilievich Terletsky cambió para siempre la mañana en la que encontró a una osita bebé en un bosque que colindaba con su casa en Bielorrusia. La criatura se encontraba hambrienta y en muy malas condiciones, se había alejado de su madre y por más que Nikolay intentó localizarla no pudo hacerlo.
El mamífero en cuestión era una osita parda, muy común en la zona.
Nikolay vive en Borísov y es dueño de una granja llamada «Kolyanich», la cual administra con sus hijos; además de un complejo de cabañas que alquila a turistas y pescadores.
La mañana en la que la osa apareció uno de sus trabajadores le informó que había encontrado un tierno oso de peluche y Nikolay creyó que se trataba de una broma.
Sin embargo, su opinión cambió al verificar el estado de la osa bebé.
La criatura estaba muy débil, tenía días sin comer por lo que Nikolay decidió llamar a los especialistas. El hombre no se imaginaba que sería él quien tendría que hacerse responsable de la pequeña osita.
«Llamé al personal de Fauna y a los guardabosques que conocía. Estaba seguro de que encontrarían a la mamá por la zona. Sin embargo, no la localizaron»,
Nikolay también contactó a un zoológico, pero estos explicaron que no podían conservarla en ese momento. Por ese motivo, el bielorruso llamó a Emergencias para que se hicieran cargo del asunto. Lo que él jamás se imaginó fue la solución que le darían.
“Llegaron con una jaula para sacrificarla», relató Nikolay. Por obvias razones el hombre descartó esa posibilidad de inmediato y se negó a entregarla.
El personal le sugirió entonces dejarla en el mismo lugar en el que la había encontrado, pero él sabía que entonces la osa correría el riesgo de morir de hambre.
En ese momento Nikolay no vio más salida que adoptarla, sería él quien se encargaría de cuidarla y alimentarla. Dado que la tenencia de estos animales es ilegal, del ministerio de fauna le firmaron un documento en el que le permitían conservar a la osa con la condición de que le construyera un ambiente adecuado.
En ese momento, Nikolay estaba comprometido a sacar adelante a la osa que bautizó como Vasilisa.
Después de un chequeo veterinario, se determinó que esta bebé tenía apenas 3 meses de nacida así que necesitaba cuidados especiales. Pero nada de eso fue inconveniente para este hombre.
La vida de este granjero cambió aquel abril en el que la osa apareció en su propiedad. Para él ella es como su bebé y, dado que la osa está creciendo, espera construirle un espacio más adecuado en el que pueda vivir plenamente.
«Mi sueño es cercar un pedazo de bosque y armar un espacio para que se quede aquí, en la naturaleza (…) hasta que vea con mis propios ojos dónde vivirá, no la abandonaré», dijo.
Nikolay merece el respeto de todos al enfrentarse a las normativas y apostar por la vida. Esta osa pudo ser sacrificada, pero la buena voluntad y el amor de este hombre se impusieron.
Él ha cuidado de la osa desde que estaba cachorra y ahora han pasado dos años en los que la amistad y el lazo se hicieron más fuerte.
Para el bielorruso la osa es más que un animal a su cuidado, es parte de su familia y por eso ha puesto todo de su parte por asegurarle una vida de calidad.
Sueña con que pueda desarrollarse en sus propios terrenos, libre de los cazadores, pero no sabe si la ley le permita hacerlo.
Nikolay se ha enfrentado algunas demandas de vecinos que no están de acuerdo con la presencia de la osa en el lugar, esto pese a que el bosque es el hábitat de decenas de osos pardos.
Esperamos que triunfe el amor y la humanidad en esta historia y la osa siga teniendo la vida tranquila que se merece.