Esta chica se llama Grandma Dot y tan solo hace falta verla para darse cuenta de que su vida no ha sido fácil. Está muy delgada, sus orejas se ven maltratadas y además el color de su piel es más opaco de lo que debería. Ella pasó varios meses en el refugio llamado LifeLine Animal Project ubicado en Atlanta. Un día, los veterinarios que la atendían revelaron muy malas noticias sobre su salud: la Pit Bull anciana y sorda, que probablemente jamás había vivido dentro de un verdadero hogar, tenía un cáncer incurable.
En muchos casos la decisión de los humanos habría sido ponerla a dormir, terminar con su vida en ese difícil momento. Pero el personal del refugio sintió el compromiso aún más fuerte de encontrarle un hogar para que alguien le diera cuidados y cariño en sus últimos días. Una mamá adoptiva era lo que más necesitaba en una situación así, no podía irse de este mundo sin experimentarlo.
El refugio estaba dispuesto a proveerle la medicación necesaria y el padre o madre adoptiva tendría que asegurarse de que pase los mejores últimos días posibles. «Es tan amorosa que se merece sentir lo que es recibir ese cariño de vuelta«, dijo Karen Hirsch, una de las voceras del refugio.
En julio, Jessica Miller estaba terminando su período de entrenamiento como voluntaria del LifeLine Animal Project, estaban dándole el último tour por el lugar. «El último kennel por el que pasamos fue el de Grandma Dot», contó Jessica. Su guía le contó la dura vida que había llevado la Pit Bull, la enfermedad que ahora padece, y además la esperanza que tenían de que alguien la llevara a un hogar de verdad para pasar sus días en paz.
«Sabían que a ella no le quedaba mucho tiempo y querían desesperadamente que estuviese en un ambiente amoroso durante sus últimos días de vida. En ese instante me conmoví mucho y supe de inmediato cuál era mi propósito» Fue así como después de tantos años rechazada y varios meses en el refugio, se retiró a un hogar real el 8 de julio.
Grandma Dot ahora ama su nueva vida junto a Jessica, quien al mismo tiempo está fascinada con todo lo que ha podido darle. La perrita adora ir de paseo en el coche con el aire acondicionado al máximo, y es muy entusiasta al excavar la tierra después de hacer sus necesidades, tanto así que casi queda cubierta de cuerpo entero 😀 Es vigorosa al dar cariño y tiene un apetito voraz, lo cual para Jessica es totalmente adorable. «Ha inhalado un sandwich de helado y manchado toda su nariz con las manzanas fritas que le hice. Es muy divertido darle estas chucherías e ir descubriendo qué le gusta y qué no«, dijo.
Grandma Dot se encuentra bajo un tratamiento que requiere tomar muchas pastillas como esteroides y anti-inflamatorios, pero actúa como si estuviese sintiéndose genial. Debido a su edad y condiciones físicas el cáncer no puede ser tratado. Por eso Jessica no sabe cuánto tiempo les queda juntas, pero entiende que no será para siempre. Es muy duro y eso la ha llevado a ponerse triste y abrazarla entre llanto, pero verla alegre durante sus últimos días le devuelve el aliento y la fuerza.
Lo que Jessica ha hecho es hermoso, no hay palabras. Tanto la Pit Bull como el personal del refugio habían deseado mucho que llegara este momento. «Sólo hace falta una persona para cambiarle la vida a un perro. En este caso es Jessica quien va a evitar que Grandma se vaya sin saber lo que se siente tener a un humano que la quiera tanto al lado, que la cuide y la consienta. Dejará este mundo como un perro feliz que fue amado porque alguien decidió tener un acto de bondad desinteresada», dijo Karen Hirsch.
Puedes seguir las aventuras de Grandma Dot en Facebook, así como también es posible ayudar al refugio que le buscó hogar. Ellos tienen allí muchas mascotas que también esperan recibir amor. Además de eso, en tu localidad debe haber un refugio con otras Grandmas que están en adopción. Cambiarle la vida así a un perro es algo que no tiene precio, son ellos quienes terminan ayudándonos a nosotros a la larga. ¡Valen la pena!
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