A Charlie, un Pitbull mestizo de dos años, lo encontraron atado a un basurero, solo y con mucha hambre. Las dos personas que lo vieron afortunadamente tienen un buen corazón y lo llevaron enseguida al veterinario de Philadelphia. Los médicos, al examinarlo la primera vez, aseguraron que nunca habían visto un caso como el suyo.
«Levantamos su mandíbula para verlo bien y la parte interna de sus mejillas y labios estaba completamente infestada de larvas. Padecía tanto dolor que ni siquiera quería moverse», comentó Adria Rebbecchi, directora de comunicaciones del hospital. Por esa razón su cara estaba tan hinchada. Todos se preguntaban qué le habría pasado, cómo había llegado a estar así…
En vista de la emergencia que atravesaba Charlie, los veterinarios lo pusieron en tratamiento de inmediato. «Uno de los que lo trajo es cliente nuestro desde hace mucho y cuando apareció con este chico supimos que teníamos que ayudarlo inmediatamente. Mi padre, el dueño del hospital, decidió cubrir todos los gastos médicos», continuó Adria.
Los veterinarios le dieron medicinas para el dolor y planificaron la cirugía de sus labios y boca. En vista que la infestación estaba tan avanzada, el tejido de su piel estaba muy dañado y no podía recuperarse, tenían que eliminarlo. Posteriormente vendría la fase de intentar hacerle una intervención semanal para que le crezca nuevamente.
La herida hacía que comer fuera una dificultad, pero los veterinarios lo alimentaron con porciones pequeñas muchas veces al día para asegurarse de que recuperara su masa muscular. Poco a poco comenzó a recuperar la fuerza y su dulce personalidad iba floreciendo a medida que eso ocurría.
Una de sus personas favoritas era Natalie Barber, una mujer que trabaja en City of Elderly Love (COEL), un refugio que se especializa en mascotas adultas. Ella visitaba a Charlie con frecuencia en el hospital y le alegraba los días. Desde la primer vez que estuvieron juntos su relación se volvió muy especial. Los veterinarios eran conscientes de que el chico pronto necesitaría ir a un refugio y Natalie era la candidata perfecta.
Después de tres meses de cuidados médicos, Charlie se mudó con su familia adoptiva –la de Natalie– y ya está haciendo amigos nuevos.
«La familia tiene otro perrito y le ha gustado mucho estar acompañado. También está muy a gusto con el hijo de su mamá adoptiva, Lucas», comentó Adria.
En vista de que los veterinarios encontraron el microchip de Charlie, la organización de protección animal está haciendo las investigaciones correspondientes para descubrir cómo llegó hasta ese basurero. Cuando se complete el proceso de investigación, podrán ponerlo finalmente en adopción para que consiga un hogar permanente. Sin embargo, basta con verlo para entender que ya está muy feliz de estar a salvo y disfrutando rodeado de personas muy bondadosas.
«Se ve y se siente como un perrito renovado. Es genial verlo así de feliz», dijo Adria.
Comparte la historia de Charlie con todos tus amigos. Es muy doloroso todo lo que le ha sucedido, pero por fortuna tiene un final feliz.