La amistad puede provenir de cualquier parte y hay miles de ejemplos que demuestran que sin importar los tamaños, los colores o las especies, dos seres vivos pueden encontrar tantas cosas en común entre sus diferencias que las convierten en grandes amigos.
Esta es la historia de Hummer y Rex, dos animalitos bastante particulares que decidieron formar una inusual pero hermosa amistad. Todo comenzó cuando Ed Gernon decidió tener una mascota para compartir su hogar, y tomó la mejor decisión: adoptar un perro en el refugio local.
Mientras que Gernon pasaba por el refugio vio algo en uno de los perritos que inmediatamente le hizo sentir una conexión. El chico estaba realmente decidido a adoptar al can a pesar de que los trabajadores del refugio les advirtieron que ese perro podía ser violento y agresivo con los humanos, pero Gernon veía mucho potencial en esa criatura y lo adoptó oficialmente.
Gernon llevó al perrito a casa y lo llamó Rex y, además, supo parte de su triste historia. Rex tuvo que pasar gran parte de su vida vagando en las calles de la ciudad, teniendo que aprender a cazar y a luchar con otros animales.
Pero a pesar de los antecedentes, la experiencia de Gernon con Rex era muy amorosa, realmente el can necesitaba un poco de amor para que de él saliera su mejor actitud.
Ambos amigos son bastante atléticos, disfrutan los largos paseos y de los juegos con un frisbee en los diferentes parques de su ciudad: Whittier, California. En uno de estos tantos paseos que daban, Ed pudo conocer el lado más hermoso de su perrito cuando este se detuvo fijamente en un arbusto mirando a un colibrí que parecía haber fallecido.
El colibrí estaba tendido en el suelo y era rodeado por hormigas, en verdad parecía que ya había fallecido; sin embargo, Rex no quería despegarse de él hasta que Ed se acercó y notó que la pequeña ave estaba respirando muy débilmente.
En ese momento, Ed notó que lo único que quería su perro era ayuda a ese pequeño ser indefenso. Así que el hombre tomó al colibrí y lo llevó a casa, para cuidarlo y Rex jamás se separó de él hasta que estuvo sano.
Gernon tuvo que alimentar al colibrí, al cual llamó Hummer, con una mezcla con azúcar cada quince minutos, después tuvo que utilizar un secador de cabello para que aprendiera a volar hasta que logró que el pequeño colibrí revoloteara por toda la casa.
Ahora, Hummer no pretende desprenderse de su amigo Rex; de hecho, le fascina nadar en su tazón de agua y suelen jugar juntos todo el tiempo.
Pero, aunque tener a Hummer en casa es un placer, ambos saben que ese trío de amigos se separará un día porque Hummer pertenece a la naturaleza.
Así que la casa tiene las ventanas abiertas para que el colibrí ande libremente; sin embargo, todavía no ha querido alejarse de sus amigos quienes le salvaron la vida.
“Yo rescato a este perro. Él rescata al pájaro. El pájaro nos rescata a todos en un sentido extraño y es solo un milagro”, declaró Gernon.
Sin duda, estos lazos jamás se romperán y es un gusto que, sin importar la naturaleza de cada especie, siempre el amor hacia los demás salga a relucir.
La amistad tan genuina y verdadera como la de estos hermosos animales es algo que no se ve todos los días. ¡Compártelo con tus amigos!