Nada puede destruir más a un perro como sentir que los seres a los que les ha entregado absolutamente todo, incluído su corazón, se deshacen de él como si del desperdicio más inservible se tratara.
Pero además cuando esa durísima experiencia se repite una y otra vez, entonces no hay alma que pueda resistir mayor decepción. Es la triste historia de Wall-E, un perro mezcla de labrador que vino al mundo para conocer la ingratitud y el desconsuelo.
El perrito no era más que un cachorro cuando tras ser abandonado fue adoptado por primera vez, el pequeño había sido acogido en el Centro de Cuidado y Control de Animales del Condado de Maricopa (MCACC), en 2015, antes de ser concedido en adopción.
Todo parecía marchar bien cuando su nueva familia se lo llevó a su hogar, donde lo cuidaron y mimaron como siempre debió ser.
Pero todo era demasiado bueno para ser verdad; el pasado mes de septiembre los miembros del refugio se volvieron a encontrar con Wall-E en la escena más desgarradora.
Al pobre Wall-E una vez más lo abandonaron, fue dejado con todas sus pertenencias en dos bolsas plásticas de basura.
El perro de 6 años no podía entender por qué él y sus cosas fueron llevados de regreso al refugio de Arizona, y por qué su dueño se despedía en medio de un incomprensible llanto.
Lo único que quedaba claro para Wall-E sabía era que, una vez más, estaba solo y con el corazón destrozado…
Al parecer, su dueño ya no podía hacerse cargo de Wall-E y ya no podía cuidarlo como se merecía, y en medio del dolor tuvo que dejarlo nuevamente en el refugio del cual se lo llevó.
«Fue entregado por su familia porque ya no tenían tiempo suficiente tiempo para él», dijo Jordan Bader, el portavoz de los perros adoptables de MCACC.
«Estaba muy asustado. En su perrera, ladraba y ladraba», continuó.
Wall-E no podía mantener sus juguetes y su cama en su jaula, por lo que se lo veía totalmente confundido y deprimido. Quedaba lejos aquella vida de comodidad y de amor que sus dueños le prometieron que jamás terminaría.
Su desolación era tal, que ya no se podía ver en su mirada al perro juguetón y cariñoso que siempre le caracterizó, pero los miembros del refugio estaban seguros que detrás de esa aparente coraza había un perro increíblemente dulce esperando que una familia conociera al verdadero Wall-E.
Durante dos meses, Wall-E sólo mostraba su lado amable con los voluntarios del refugio, hasta que a Bader se le ocurrió la grandiosa idea de contar su historia para que más personas empatizaran con él… ¡Y su idea funcionó de maravilla!
Bader publicó la desgarradora imagen de Wall-E junto a sus pertenencias en las bolsas de basura.
“Sabíamos que esta imagen recibiría mucha atención, pero no teníamos idea de que explotaría como lo hizo. Tuvimos mucha gente interesada en él «.
Lynn Lee fue una de las personas que vio la foto y se conmovió tanto que se dirigió al refugio para encontrarse con Wall-E en persona de inmediato.
Al día siguiente del esperado encuentro, Wall-E ya tenía un hogar para siempre, donde además tendría un hermano perruno que lo acogería como si lo conociera de toda la vida.
«Wall-E se lleva muy bien con la familia, ama los parques para perros y los mimos».
Wall-E no podía creer de la nueva familia que había encontrado. Y se rindió con sus juguetes y su cama en su nuevo hogar, pero sobre todo al sentirse amado de verdad.
Ahora con su nueva madre, Wall-E está dejando que su personalidad brille, como siempre debió ser:
Comparte esta emotiva noticia con tus amigos. Nos alegra tanto que finalmente Wall-E haya encontrado una familia, esperamos sinceramente que este sí sea su hogar para siempre