Hay historias sorprendentes que nos hacen preguntarnos: ¿cómo es posible que los perros vuelvan a casa, aunque se pierdan, o sean dejados a su suerte? ¿Es algo innato o lo aprenden con el tiempo?
Esta es una capacidad innata que tienen estos animales. No importa el tiempo que pase, ellos siempre encuentran el camino de vuelta al lugar donde una vez recibieron amor. Por eso es tan importante contribuir a darles una oportunidad de vivir mejor, adoptándolos.
Tras una vida de vejámenes y humillaciones en las calles de Kuala Lumpur, Malasia, Buyung solo deseaba encontrar un hogar. Y fue su mismo instinto el que le llevó finalmente a seguir el rastro de una familia que lo socorrió varias veces antes en las calles y fue adoptado de inmediato.
Este hecho nos demuestra que, tan solo una pizca de cariño demostrada hacia uno de estos nobles seres peludos, basta para que nos devuelvan una vida entera llena de amor y agradecimiento.
Al principio Buyung deambulaba por los predios de la ciudad de Changkat Desa, acompañado por otros compañeros caninos en su misma situación, hasta que conoció a un guardia de seguridad que trabajaba por la zona y desde ese día decidió seguirlo a hacer sus rondas cada noche.
Mientras tanto, aquella familia se propuso visitarlo cada día para llevarle alimento. Sin embargo, eso no lo hizo inmune a los tratos injustos de otros humanos, ya que sufrió graves heridas producto del impacto de un bloque de madera en su pata derecha.
Además, el perrito presentó un gran hematoma en su lomo como consecuencia de un golpe con algún objeto contundente que le dejó un profundo corte, presumiblemente un machete. Por fortuna, la mencionada familia se hizo cargo de los gastos médicos y veterinarios en ambas ocasiones.
“Ellos no dependen de nadie más que de nosotros para sobrevivir, pero dados los altos índices de abuso animal que vemos en el mundo, es difícil no sentirse decepcionado”, aseguró el nuevo padre adoptivo de Buyung.
Sin embargo, justo cuando el panorama parecía comenzar a despejarse para el perrito, él y sus compañeros fueron capturados por las autoridades del Ayuntamiento de Kuala Lumpur para ser sacrificados.
Pero la familia nuevamente logró rescatarlo de ese interminable purgatorio y, para que no corriera el mismo riesgo otra vez, el perro fue enviado a la casa de un amigo cercano.
El único detalle es que este amigo tenía tres perros enormes y bastante agresivos, que no parecían aceptar la presencia de Buyung así como así, y Buyung tampoco toleraba tener que permanecer encadenado a sus odiosos enemigos intimidándolo todo el día.
Y así, tras 15 días más de suplicio, el perro logró escapar y comenzó su periplo de 25 kilómetros que recorrió por espacio de una semana, hasta que un buen día dio con la vivienda de las únicas personas que se habían preocupado y ocupado de él.
Cuando la hija de la familia lo vio frente a su puerta, apenas pudo reconocerlo: estaba delgado, hambriento y sin siquiera poder ladrar. La chica lo ingresó a casa y de inmediato lo llenó de afecto.
Buyung ahora está feliz con quiénes realmente lo aman
“Fue muy duro ver el estado lamentable en el que llegó nuestro amiguito. Por fortuna ya está fuerte, sano y, sobre todo, feliz con nosotros”, dijo la niña.
Ojalá que este sea un ejemplo para que más personas tiendan una mano a estos animales indefensos: su satisfacción y su bienestar bien valen todo el esfuerzo que seamos capaces de realizar.
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