Aquel quien diga que no utiliza castigos para modificar el comportamiento de todos los seres alrededor, mascotas incluidas, miente. Sería imposible vivir en este mundo sin ponerlos en práctica. Pero hay de castigos a castigos, algunos llenos de amor otros de crueldad.
Sin embargo, la mayoría de los cuidadores de perros no saben cómo aplicar correctamente dichos castigos, socavando la voluntad de vivir de muchos seres inocentes, tales como Dick, un sufrido canino que pasó encerrado 9 años desde su nacimiento, en un oscuro y nauseabundo garaje.
Por fortuna, la noticia llegó a oídos de la Fundación 30 Millones de Amigos, cuyos miembros lograron liberarlo de su injustificada retención obligada y, además, elevaron la correspondiente denuncia a las autoridades, ante la gendarmería de Domart, en Ponthieu.
No obstante, el caso de Dick y su miserable confinamiento fue sobreseído, cuando finalmente en 2017 el cruel agresor fue sentenciado con una simple advertencia de la ley, hecho que consternó a la opinión pública en su momento.
A pesar de que Dick vivió rodeado del amor de su nueva familia, tras ser rescatado nunca recuperó la fe en la vida. Su mirada denotaba una gran tristeza. Se le veía cansado de existir.
«Dick nunca vio el color del cielo, nunca sintió la hierba bajo sus patas, ni siquiera sintió el viento en la punta del hocico», lamentó Flore, investigadora de la Fundación 30 Millions d’Amis.
Gracias a un informe emanado de las investigaciones sobre la situación de este pobre peludo en poder de un individuo malsano y abyecto, se pudo conocer que Dick estuvo encerrado desde que nació dentro de este estacionamiento de vehículos automotores ubicado en la localidad de Maizicourt, Francia.
Según relataron los encargados del rescate, cuando llegaron al garaje, el calor y el intenso olor de las heces acumuladas durante tantos años, sofocaban hasta casi detener la respiración.
«Hacía un calor sofocante en este garaje y el olor era insoportable. Dick estaba acurrucado en el fondo de un indigno pozo negro maloliente en el suelo, cubierto con varias capas de excrementos”, describió Flore.
El pobre peludito se encontraba paralizado de miedo, aterrado cuando los voluntarios se presentaron con un balde de agua. Desconfiado y muy asustado, Dick dudó en acercarse y se escondió en la parte trasera del garaje.
Y es que, para quien no ha conocido más que castigo y miseria, el mundo exterior debe resultar aterrador. Intentaron colocarle una correa, pero se negó a continuar. Posteriormente, lograron tomarlo en brazos y llevarlo al auto, donde simplemente se acurrucó tristemente, temblando.
Apenas se atrevía a levantar la mirada y su desesperanza impidió que Dick volviese a confiar en la humanidad, desdicha por este cruel ser sin alma ni sangre en las venas. Fue llevado al refugio de Buigny Saint Maclou, donde hubo mucho trabajo por hacer para rehabilitarlo y restituir su confianza en el hombre.
Fue adoptado por una amorosa familia. Desafortunadamente, no bastó tanto amor al final de su vida, el tiempo cobró su factura y Dick falleció entre los brazos protectores que realmente lo amaban, pero sintiendo una terrible tristeza que nunca pudo dejar atrás.
Comparte esta historia con tus amigos. Esperamos que ya Dick se encuentre en un lugar donde viva en calma y corriendo feliz en un campo verde.