La indolencia de muchas personas dejó a un perrito lesionado al borde de la muerte, pero por fortuna un alma bondadosa llegó para rescatarlo.
Su nombre es Itzu, un peludo que a su cuarto mes de vida ya sabía muy bien lo duro que podría ser el corazón de algunos humanos. Aparentemente el can fue arrollado y dejado al borde del camino sin que nadie se preocupara en ayudarlo.
El perrito pasó al menos dos días debatiéndose por su vida.
Bajo el sol y el frío de la noche, Itzu solo quería dejar de sufrir, pero cuando estuvo a punto de tirar la toalla alguien lo recogió del césped en el que se encontraba tendido y entre sus brazos lo condujo a un centro veterinario en el que lo ayudaría.
Era evidente que el pequeño necesitaba ser atendido, pues no lograba caminar por sus propios medios sino que se arrastraba sobre sus patas traseras.
Aunque sus rescatistas sospechaban que algo andaba mal no sabían la magnitud del daño.
El pobre perrito además de desnutrido y deshidratado tenía una fuerte lesión en su columna vertebral que lo llevó a ser intervenido el mismo día de su rescate.
Como la columna estaba completamente rota hubo que utilizar una estructura de metal que fue integrada a lo largo de su espalda para reducir su dolor al máximo y ayudar a corregir la lesión.
Después de la intervención comenzó un agotador proceso de recuperación.
El perrito no solo necesita ser alimentado, sino vigilancia las veinticuatro horas del día para evitar que se lastime. Además de eso, Itzu recibe masajes en sus patas y sus músculos para ayudar a fortalecerlos y que no se atrofien por la falta de movimientos.
Mientras el perrito ponga sus ganas para vivir, sus cuidadores le hacen complacidamente las terapias y se encargan de luchar junto a él para brindarle una mejor calidad de vida.
Lo más satisfactorio de este caso es que pese al dolor que sufrió y los problemas que tiene Itzu para caminar es un perrito con una gran personalidad.
“Itzu es muy activo y vibrante. Cuando lo logre correrá por todas partes. Él es un cachorrito muy amistoso y está feliz con su nueva vida, pese a todas las dificultades que debe enfrentar”, dice uno de sus cuidadores.
Después de algunos meses, Itzu fue intervenido nuevamente para retirarle la estructura de metal, su columna estaba más fortalecida aunque eso no significaba que pudiese caminar.
Después de la operación este amigo pasó a otra fase de su recuperación. Itzu fue admitido en un centro de rehabilitación en el que se encargaron de darle las atenciones necesarias para ponerse otra vez de pie.
Fueron días duros para el can que no sabía cuándo acabaría todo el proceso.
Itzu también fue sometido a terapia de rayos laser y a entrenamientos en una piscina para ayudarlo a fortalecer sus extremidades.
Después de treinta y ocho días de rehabilitación el can comenzó a dar sus pasitos en la caminadora; como aún sus patitas no estaban del todo sana, era necesario utilizar un cinturón que lo mantuviese de pie. Sin embargo, la alegría de verlo caminar desbordó en sus cuidadores.
Tras pasar sesenta y seis días en rehabilitación desde su última cirugía el perrito se encuentra mucho mejor. El daño en su columna es incorregible pero sus extremidades están más fortalecidas y ya no hay dolor.
A este can la vida le volvió a sonreír.
En el futuro sus cuidadores esperan conseguir una silla de ruedas para que el perrito lleve una vida más normal y sin limitaciones, mientras eso sucede continúan apoyándolo como el primer instante.
Sin duda que la imprudencia de unos puede afectar para siempre tantas vidas inocentes y esta historia es muestra fiel de esto, sin embargo las personas buenas luchan por enmendar tanto daño.