La fidelidad del perro tiene la pureza y la fuerza de la verdad. El perro es fiel porque es un producto de la Providencia para ser símbolo y ejemplo de lealtad. Es siempre el mismo con su humano: sumiso, cariñoso y bueno. Mirarlo a los ojos es advertir un mar insondable e infinito de adoración, respeto y ternura.
Esta historia es un pequeño reflejo del alcance de lo incondicional que ha sido un perro con su cuidador, un pequeño niño llamado Onder Sulu, quien lamentablemente tuvo que ser llevado de emergencia al Hospital de Maternidad y Niños de la provincia de Bartin, una de las 81 provincias en que está dividida Turquía.
Al ver cómo se llevaban a su mejor amigo en una ambulancia y lo grave que parecía volverse el panorama, el perrito decidió perseguirlo hasta llegar al centro médico y, desde entonces no se movió de allí esperando ver de nuevo a su compañero de miles de aventuras. Por su parte, Sulu permanece en cuidados intensivos, recuperándose.
Espera a su compañero de juegos pacientemente
Desde su puesto inalterable de vigilancia, fuera del hospital, el amoroso peludo saluda a cada familiar que visita al pequeño niño, eso sí, terco en su negativa a irse del hospital, a pesar de que muchas veces han tratado de llevárselo a casa.
“Solo recibe los alimentos y se echa a un lado de los árboles mirando fijamente a la puerta de aquel gran hospital por donde entró su amigo”, dijo uno de los enfermeros del hospital.
Por esta grandiosa y única muestra de amor por su querido Onder, el perrito se ha ganado el cariño y el reconocimiento a la lealtad de todos en el hospital, convirtiéndose en el favorito de médicos, enfermeros y pacientes que no paran de acariciarlo.
“Es un acto de solidaridad y amor que cualquiera puede menospreciar con facilidad, pero esto solo nos llena de ternura”, aseguró un empleado.
El personal del hospital ya se ha vuelto su amigo y velan por él
Muchos podrían decir que los perros carecen de inteligencia y si eso llegase a ser verdad, pues lo compensan muy bien. El apego de un perro por su compañero humano de vida es un sentimiento sagrado, todo desprendimiento y resignación.
Quizás sea por eso que los perros solitarios, sin alguien que los cuide y los ame llevan el alma ausente, andan a la deriva como perdidos entre una multitud que miran sin contemplar, echándose en los resquicios de las puertas y las plazas, con la inconsciencia de una vida sin objeto.
Solo del amor verdadero puede nacer esta constancia de un ser en función del otro. No cualquiera se anima a esperar de esa forma por su cuidador. Sin duda, Onder Sulu es un niño muy afortunado, y estamos seguros de su pronta salida del hospital, recuperado y fuerte para que pueda llevarse a su amigo a casa a darle todas las caricias que merece.
Si a ver vamos, ¿qué le importa al can de un mendigo, de un profesional o de un discapacitado si este le da o no de comer? Lo único que les interesa a los perros es estar cerca; lo que anhelan es olfatear a quien vela por ellos, vista de harapos o con trajes finos, solo para asegurarse de que puede cuidarlo y reconfortarlo con su compañía.
Comparte esta historia con tus familiares y amigos. Ama y respeta a estos seres que no transforman su alma sencilla, sino que conservan su pureza e ingenuidad además de su eterna adoración por nosotros, los humanos.