Para algunos perritos no hay nada más divertido que la hora de la caminata diaria, algo que Frankie nuestra protagonista, disfruta sin poder controlar la emoción. Solo basta que su madre adoptiva diga la palabra mágica para que la perrita se vuelva loca de alegría y comience a saltar por toda la casa.
Natalie Keegan es la madre de la traviesa perrita, comenta que incluso mucho antes de mencionar que van a salir a caminar pareciera que Frankie intuyera lo que pasara. En ocasiones Natalie piensa que su pequeña bola de pelos es un humano por su inteligencia. Al respecto comenta:
«Ella incluso puede deletrear ´W´ ´A´ ´L´ ´K´ (caminar) y antes de decir la ´L´ ya está sentada mirando el cajón donde se guarda su collar”.
Frankie es una de esas perritas que le gusta tener la atención de todo el mundo, en sus caminatas disfruta saludar y jugar con todas las personas que se encuentra en el camino. Sobre todo hacer nuevos amigos peludos con quien correr en el parque.
Sin embargo, la parte favorita de Frankie en sus paseos diarios es sin duda encontrar palos.
Los paseos diarios ayudan a que los perritos estén libres de estrés.
La perrita disfruta salir corriendo y buscar la mayor cantidad de palos posibles, mientras más grande mucho mejor para la pequeña pero fuerte Frankie.
Al parecer, su misión en la vida es recolectar los palos más grandes que se encuentre cada vez que salga a caminar. Sin embargo, recientemente la perrita descubrió algo que no podía dejar pasar por alto.
Frankie tiene mucha energía, así que parece insaciable a la hora de buscar palos.
Natalie caminada con su mascota cuando de repente al costado del camino Frankie vio algo que ella sabía que debía tener. Sin duda, sería el más grande y valioso trofeo para su colección de palos.
Se trataba de un gran tronco que estaba oculto en la maleza. Frankie corrió a sacarlo mientras se le iluminaban los ojos de alegría por tan grande descubrimiento.
No conoce de límites a la hora de llevarse un nuevo trofeo a casa.
Cuando Frankie salió entre los arbustos, Natalie no podía parar de reír al ver que en realidad no se trataba de un palo sino de un árbol caído. La perrita emocionada no soltaba su gran trofeo y lo intentó arrastrar por el campo al menos por 45 minutos.
Sin duda alguna, el tronco era muy grande para ella, pero esto no parecía limitar a Frankie quien parecía dispuesta a llevárselo a casa.
Por supuesto que su madre intervino y puso fin a una misión que al final podía perjudicarla.
Esta adorable peludita seguirá buscando el tronco más grande y hacerlo parte de su colección, aunque su madre cree que ya ha alcanzado el punto máximo. No podemos negar que los peluditos siempre querrán salirse con la suya y nos darán motivos de sobra para sonreír y amarlos incondicionalmente.
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