Una perrita vive lo peor cuando cae en manos de personas sin escrúpulos que no la ven como un ser vivo sino como un simple objeto de reproducción en masa con la que se puede lucrar y obtener grandes beneficios económicos rápidamente.
Lanzaron a la perrita desde un automóvil cuando no “les sirvió” más
Peggy, una hermosa perrita pug, tuvo un triste pasado al ser forzada a tener camadas de cachorros para que sus humanos los vendieran tras su nacimiento. Por supuesto, eso llevaría a su pequeño cuerpo al límite, hasta que no pudo seguir resistiendo.
Fue entonces que, mientras una mujer caminaba en una calle de Middlesex, Inglaterra, Peggy fue arrojada desde un automóvil en movimiento, sin ninguna consideración. Afortunadamente, la mujer no ignoró lo sucedido con la perrita y corrió a su lado para auxiliarla, verificando que se encontrara a salvo.
Después, la mujer contactó a la asociación a favor de los animales RSPCA. Los miembros de la asociación la trasladaron de inmediato a una clínica veterinaria, donde se comprobó que había salido ilesa tras ser arrojada del automóvil.
Sin embargo, el veterinario también pudo comprobar que la perrita se encontraba en mal estado por la vida que había llevado. Tenía bajo peso, muchas áreas de su cuerpo sin pelo y era notorio que no tuvo descanso alguno en cada camada que dio a luz.
Su semblante reflejaba su profunda tristeza
La subdirectora de la RSPCA, Liz Wood, decidió acoger a la pequeña perrita en su casa, de forma temporal, pues fue consciente de que necesitaría mucho amor para poder confiar de nuevo en los humanos y recuperarse tanto física como emocionalmente.
“Se podía ver que también tenía cicatrices emocionales, se podía ver la tristeza en sus ojos: Dios sabe por lo que había pasado la mayor parte de su pequeña vida. Sospecho que la mantuvieron como una máquina de crías para producir cachorros que podrían venderse por grandes cantidades. Cuando llegó al final de su vida útil, la descartaron”, señaló Liz.
Tal como esperaba Liz, llegar a su casa y encontrarse con un nuevo hogar en el que era tratada amablemente, con la dignidad que todo ser vivo merece, no fue fácil para la perrita. Peggy estaba muy ansiosa y sin saber qué hacer.
Pero Liz no se dio por vencida y, poco a poco, con mucha paciencia y amor, ha logrado que la peludita no siga resguardándose de todos quienes la rodean y solo desean verla con bien.
Peggy ha vuelto a abrir su corazón
Ahora, con un poco más de confianza, Peggy se ha convertido en la mejor amiga de Liz; la acompaña todos los días a la asociación, en donde interactúa con otros animalitos como ella y por las noches vuelve a su casa para dormir plácidamente en su cama, con la mamá amorosa que siempre debió tener.
La hermosa personalidad de Peggy ha salido a flote y todos en la asociación están encantados de poder convivir con un ser tan amistoso. Siempre está dispuesta a amar y ser llenada de mimos.
“Estamos empezando a conocerla ahora. Ladra cuando quiere comida y hace pequeños ruidos, gruñidos, cuando está contenta de verte; todo su cuerpo se mueve, ¡es adorable! Es una perrita tan dulce y será una compañera maravillosa para alguien”, afirma Liz.
Peggy continúa en rehabilitación y cuando su corazón sane por completo estará disponible para ser adoptada por una familia que cuide de ella para siempre y la proteja de toda adversidad.
Ha hecho nuevos amigos y su alma se ha recuperado
Como Peggy, hay cientos de perritos aguardando por un hogar permanente en el que puedan vivir felices.
Recuerda, antes de comprar un cachorro que pudo haber nacido de una dolida mamá, acude a tu refugio de animales más cercano y adopta ¡no te arrepentirás de abrir las puertas de tu familia a un peludito necesitado!