Japik es un pequeño orangután que como mascota ilegal vivía en un infierno, estaba encadenada del cuello a un árbol en un pequeño patio lleno de basura. ¡Qué tristeza! Su hogar era una plataforma de madera y sus alimentos eran restos de comida desechada que si tenía algo de suerte podría probar, tenía solo 4 o 5 años de edad.
Lo más probable es que hubiera muerto en completo abandono y sufrimiento pero su agonía tuvo salvación gracias al trabajo de International Animal Rescue que fueron en su ayuda. Nunca imaginaron lo que se iban a encontrar.
Al llegar solamente identificaban un montón de trapos viejos posados sobre un árbol, pero allí estaba Japik, acurrucado bajo un abrigo viejo como su único refugio contra la lluvia.
“Japik fue colocado al lado de un árbol detrás de la casa, sin tener un techo que lo protegiera del sol ni de la lluvia”, dijo Heribertus, un voluntario del equipo de rescate. “Cuando llegamos llovía muy fuerte y estaba tratando de cubrirse bajo una vieja chaqueta, pudimos ver que estaba empapada, ella tenía muy frío y estaba temblando”. ¡Es desgarrador!
Así que estaba sentada en una pequeña plataforma de madera que consistía en dos tablones en ángulo con un agujero en el centro, se balanceaba de un lado a lado para aliviar el dolor en sus extremidades o para mantener el equilibrio”.
Pero después de dos largos años de agonía, presa con esa cadena, era un milagro que pudiera moverse.
A pesar de que tendría muchas razones para rechazar a los seres humanos, cuando se acercó un rescatista ella extendió su mano para saludarle, no había perdido su dulzura.
Era como si comprendiera que después de tanta miseria y abandono, había llegado su ayuda. Cuando retiraron la cadena de su cuello apreciaron que tenía una profunda herida en su barbilla causada por la fuerza con la que fue amarrada.
Finalmente cuando se la llevaron de la mano, sus piernas temblaban mucho por llevar años sin poder caminar. No se ha podido conocer cómo Japik llegó a este infierno, se cree que ha sido como la realidad de muchos orangutanes que son vendidos como mascotas exóticas después de asesinar a su madre.
También las plantaciones de aceite de palma y los incendios forestales acaban constantemente con su hábitat y eso produce asentamientos cerca de humanos que en muchos casos los matan o los torturan.
Ahora Japik estará a salvo y con todos los cuidados y amor que merece, en compañía de Budi, otro orangután rescatado que había estado viviendo en un gallinero y que lloraba de dolor. También rescataron a Gito, otro ejemplar que había sido dejado en una caja, en condiciones deplorables hasta que muriera.
The Dodo
Así como Joss, otro orangután con severos trastornos psicológicos por la pérdida de su madre y el maltrato, no para de abrazarse a sí misma. Puedes recordar su historia aquí. Es muy triste, pero gracias a la labor de estos héroes a muchos les cambia la vida y tienen un final feliz. Japik ahora está aislada en cuarentena, pero pronto se unirá con el resto de sus compañeros para prepararse y volver a su vida salvaje.
Es impresionante cómo sus ganas de vivir la han hecho recuperarse tan pronto y soportar dos largos años de dolor y sufrimiento completamente sin ninguna compañía. Si quieres conocer cómo colaborar con IAR, puedes visitar su página web aquí.
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