Cuando una pareja rescató a Samara, sabían que muy poco se podía hacer por ella, realmente estaba al borde la muerte.
Una Geiger y su esposo, son admirables rescatistas de Chisinau, Moldavia, en Europa Oriental, y por suerte, tenían mucha experiencia en perros maltratados y abandonados.
Y es que la vida de esta pobre perrita en las calles fue lo más parecido a un calvario, lleno de rechazo, sufrimiento, hambre y todo lo que supone el peligro en la intemperie, a temperaturas inhóspitas, sin techo ni amor.
«Cuando mi esposo vio la foto de ese perrito «zombi», no solo se sorprendió, sino que sacudió su mundo», dijo Una.
La pareja quedó consternada con la foto del perro zombi, así que decidieron intervenir de inmediato
Plagada de sarna, y totalmente traumatizada, un segundo más en las calles y su muerte estaría firmada.
Pero cuando absolutamente nadie hubiera hecho nada por salvarla, ya que su sola apariencia causaba repulsión, Una y su esposo decidieron apostarlo todo para darle una última oportunidad.
De hecho, tuvieron que enfrentarse a las críticas de muchos que no entendían cómo podían recibir en casa a un perro así.
“Ella sufría de sarna demodex severa y se parecía más a un perro zombi que a un cachorro normal. Además, debido al abuso en las calles de Chisinau, estaba presa del pánico y era agresiva», relató Una.
Para este momento, Una tenía en su hogar 3 perros, todos rescatados y que en su pasado sufrieron traumas por los terribles tratos que recibieron.
Eso fue decisivo para que Samara de inicio sintiera el apoyo de la manada, pero definitivamente tendría un largo camino que recorrer.
“Tratar con nosotros los humanos fue un asunto completamente diferente. Que nosotros camináramos, nos moviéramos, e incluso levantáramos apenas la voz para llamar a los perros, le daba pánico y se encogía en una esquina».
Estaban frente a un panorama muy crítico, tanto por su grave estado de salud, como por sus traumas profundos difíciles de sanar.
Así que decidieron primero curarla con baños medicinales, antibióticos, y tratando día a día pacientemente sus heridas, que suturaban del peor modo.
Fue así como con el tiempo, afortunadamente esa piel despedazada ya no estaba más, la sarna era cosa del pasado. Pero quedaba aún lo más desgarrador, sus problemas mentales.
La sabia pareja decidió darle todo el tiempo del mundo para que viera con sus propios ojos que después de llamar a un perro, mover una mano, reírse, o levantar la voz para decir cualquier cosa, no necesariamente venía un acto de abuso hacia su pobre cuerpo.
“A pesar de todo esto, sabíamos que nunca se convertiría en un perro típico. Sus problemas con los humanos son demasiado grandes. Todavía es muy tímida, no le gusta que la toquen y que camine con una correa es imposible. Pero camina junto a nuestros perros e incluso responde mejor a las órdenes que nuestros perros entrenados», dijo Una unas semanas después de su rescate.
Samara quedó con visibles cicatrices en su rostro, que sirven de recordatorio de su pasado, pero su alma va sanando y da pasos mínimos que suponen la gloria para sus dueños abnegados.
Tras dos años de su rescate, los avances han sido enormes, ahora tiene una gran sonrisa en su rostro. Y en el momento menos pensado, sucedió un milagro que dejó entre lágrimas a Una.
«Samara dejó que la acariciara por primera vez. Pude tocarle la cabecita y su barbilla, y parecía feliz de que me quedara haciéndolo. Y quién sabe si algún día se acurrucará con mi esposo o conmigo en el sofá», concluyó la mujer.
Su asombrosa transformación demuestra el poder que tiene el amor y la compasión para transformar a un animal con el corazón y el cuerpo destrozados. ¡Ya es hora de que el mundo entienda lo que sucede en el corazón de un perro maltratado! ¡Basta ya!