Diferentes tipos de animales ven sus destinos sometidos a la voluntad del hombre, sobre todo los animales que normalmente son consumidos como alimentos por nosotros. Es evidente que los hombres que crían a estos tipos de animales jamás crean lazos afectivos con ellos, ya que sólo constituyen una fuente de ingreso monetario.
Esta es la historia de Maddison, una tierna oveja, y de Lincoln, su fiel amigo canino, pero no nos adelantemos a los sucesos. Maddison, o Maddie como también le llaman, nació en una granja ubicada en Canadá cerca de la temporada de Pascua, sólo debía crecer unos cuantos meses antes de ser vendida y sacrificada.
La mamá de Maddison murió justo cuando ella nació
La indefensa criatura no fue recibida con mucho entusiasmo, ya que nació siendo muy pequeña, y seguramente si tenía bebés también serían pequeños como ella. De tal manera Maddison no era un buen “negocio” para el granjero que la vio nacer, porque venderla no le haría recuperar lo que invirtiera en cuidarla.
“Era muy pequeña para realmente valer el tiempo y el dinero que se invertiría en ella, era muy probable que no alcanzaría el peso correcto para la temporada”, dijo Megan Mostacci, cofundadora de Black Goat Farm and Sanctuary.
Así fue cómo el granjero decidió que Maddison sería puesta en venta, hasta que llegó Megan Mostacci y negoció el rescate de esta tierna ovejita. La mujer llevó a Maddison al Black Goat Farm and Sanctuary, ahí conoció a Lincoln, un agradable pastor australiano, lo que sucedió entre ellos sorprendió mucho a Megan.
“Cuando Maddison entró a la casa, Lincoln se le acercó inmediatamente y empezó a lamerla, y se quedó cerca de ella para que otros gatitos y perritos no se le acercaran”, dijo Megan.
El lazo de amistad de Maddison y Lincoln fue asombroso. Ella pasó los primeros días recostada en él porque que estaba realmente débil, pero eso no es todo, fue gracias a Lincoln que Maddison se recuperó y hasta pudo lograr comenzar a correr.
Megan le dio a Maddison un corderito de peluche para así tratar de que se sintiera como en casa
“Le di a Maddison un juguete para que lo abrazara, pero Lincoln se lo arrebataba todo el tiempo, fue así como comenzaron a jugar: Lincoln le quitaba el juguete y ella corría para recuperarlo”, dijo Megan.
Lo que comenzó como un simple juego fue lo que le devolvió la fuerza a Maddison, ya que ahora corre mucho más que antes, y lo mejor de todo es que Lincoln sabe hasta dónde llevar el juego, jamás se aleja demasiado y al final siempre devuelve el juguete Maddie.
Comparte esta hermosa historia con todos tus amigos y recuerda que todos los animales merecen tener una vida digna y feliz, ¡aplausos para los rescatistas que se dedican a ayudar a los pequeños que los necesitan!