La vida para los animales en los circos y otros espectáculos similares es equivalente a una sentencia de muerte. Los lugares donde son recluidos son lóbregas prisiones de tortura habitual, física y mental para que puedan actuar.
En muchos de estos “espectáculos”, los animales son presa de la agresión humana, muchos son explotados y terminan pagando con su vida para “entretener” de numerosas formas.
Y si crees que el confinamiento impuesto desde hace siete meses por el nuevo brote de coronavirus es traumatizante y estás harto de estar encerrado, imagina lo que sentirán aquellas criaturas que han tenido la mala suerte de pasar todas sus vidas encerrados en jaulas, como el caso de Napa, un hermoso pero triste oso de circo
Llevaba 12 años viviendo una vida indigna, solitaria, y actuaba todos los días en el espectáculo de un circo, que finalmente terminó dejándolo a su suerte. Sin alimentos o algún tipo de cuidados, olvidado, Napa tan solo esperaba su muerte.
Paradójicamente, quizás fue lo mejor que pudo sucederle, ya que su situación llegó a oídos de la organización internacional pro animalista Four Paws, que de inmediato se interesó por rescatarlo de la ignominia a la que había sido expuesto.
Napa estaba condenado a la tristeza y desesperanza
Cuando los rescatistas se hicieron presentes y por fin conocieron a Napa, notaron que el pobre animalito ni siquiera sabía quién era o cómo debía comportarse. Los años de encierro le habían despojado incluso de su ser y de su naturaleza. No se sabía un oso. Tan solo recostado, yaciendo inerte en una sucia jaula con barrotes desgastados.
Mal alimentado como estaba, enfermo y sin dientes, de tanto intentar infructuosamente morder el hierro para ser libre, Napa necesitaba ayuda urgente. Fue trasladado a un zoológico en Serbia, donde al fin conocería en cuerpo y alma el significado de la palabra Libertad aunque aún a medias.
“Sus dientes estaban rotos de morder los barrotes. Por suerte, pudimos llevarlo a un zoológico en Serbia en donde conoció la libertad al fin, aunque ésta fuera ‘a medias’”, comentó un rescatista.
En ese, su nuevo hogar, se le aprovisionó con todo lo necesario, comió frutas, aprendió a nadar y, obviamente se le veía más feliz que antes. Sin embargo, sus cuidadores sabían que el animalito merecía mucho más y que ese no podía ser su hogar definitivo.
De esta forma, la organización tomó la decisión de convertirlo en uno de los primeros habitantes de una reserva en la que podría vivir en libertad y ser independiente, sin dejar de ser monitoreado y cuidado. Y en su primer invierno en el lugar, al estar en contacto con la nieve su felicidad fue tal que parecía el oso más feliz del mundo.
“Al fin pudimos verlo convertirse en un oso de verdad que ahora sabía buscar comida por sí solo, darse baños y ser independiente. Ser feliz como nunca lo había sido antes. Estamos felices”, comentaron desde Four Paws.
¿Qué delitos cometieron los animales irracionales? ¿Cómo es que nosotros, los supuestos racionales nos sentimos con el derecho de confinarlos en jaulas toda su vida? La reubicación de Napa soluciona la parte práctica del problema, pero, la prohibición definitiva de los circos con animales salvajes será la que cambie su destino para siempre.
Mira el momento en que Napa finalmente es liberado, ¡imposible contener las lágrimas!:
Comparte esta historia. Quitarles la libertad otorgada por la Madre Naturaleza a estos seres es parte del capricho humano, y deja flotando en el aire una pregunta que, quizás, debió ser formulada hace mucho tiempo atrás: ¿son los zoológicos, a veces disfrazados de reservas un entretenimiento válido en pleno siglo XXI?