La alarmante contaminación ambiental, la caza excesiva para el consumo o venta en el mercado negro y la pérdida del hábitat por su deforestación, hace que muchos animalitos estén en riesgo y al borde de la extinción.
Desafortunadamente, los medios de comunicación chinos han informado sobre el fallecimiento de la última tortuga hembra de caparazón blando de Yangtze. La tortuga se encontraba en el zoológico de Suzhou en China desde el 2008, con el objetivo de intentar conservar su especie.
Es una especie de tortuga asiática cuya vida se extiende entre los 80 y 100 años.
En el zoológico intentaron que se apareara con una tortuga macho de 100 años pero nunca fue posible que encubara de forma natural.
Fue entonces cuando la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS) con el objetivo de preservar la especie, decidió intentar con inseminación.
Su nombre científico es Rafetus swinhoei.
Con el apoyo de socios y expertos chinos y vietnamitas realizaron grandes esfuerzos para lograrlo, pero después de intentarlo en cinco ocasiones, la tortuguita no pudo traer la esperanza a su especie.
Después de varios intentos, los huevos fueron determinados como no viables, es decir, que no eran suficientemente fuertes y no alcanzarían a nacer.
Tras el quinto intento de inseminación la tortuga no logró despertarse de la anestesia y tristemente falleció. Todo el equipo médico intentó reanimarla pero fue imposible revivirla.
Esta especie habita en China y en el norte de Vietnam.
Aunque no falleció el último ejemplar, expertos determinaron que la extinción era funcional, en cautiverio se encuentran otras dos tortugas pero ambas son machos, lo que hace que se convierta en una extinción segura.
Cuando estas dos tortuguitas machos se vayan al cielo, el mundo nunca más volverá a ver esta especie tan exótica e importante para nuestro ecosistema.
La última tortuga hembra murió a los 90 años.
La noticia causó gran tristeza no solo a la WCS sino a todos los amantes de los animales, esta tragedia se produjo en gran medida gracias a la caza descontrolada para el consumo humano y usos medicinales.
Si bien se informó que dos tortugas fueron vistas en estado salvaje, el sexo aún se desconoce, se guarda la esperanza que al menos una sea hembra.
Tomaron tejido ovárico de la tortuga para su uso posterior.
Esperamos que estos dos ejemplares en su hábitat natural representen una oportunidad para respetar y proteger a las tortugas de caparazón blando.
No tenemos que esperar la extinción de las especies para poder reflexionar acerca de nuestro comportamiento con la naturaleza y los animales. Hay que actuar antes de que sea demasiado tarde. Comparte esta noticia.