Los gatos son, desde que nacen, animales hiperactivos, traviesos, que se pierden de la vista de sus humanos, incluso más que los perros. Pero, al contrario de estos, tienen muchas menos posibilidades de volver a casa. Sin embargo, esta vez, nuestra protagonista corrió con suerte.
Resulta que, a finales de marzo de 2021, un grupo de vecinos de un conjunto residencial ubicado en Carolina del Norte, Estados Unidos, se percató de lo que parecían unos quejidos lastimeros provenientes de una unidad de refrigeración.
Tras acercarse a investigar de qué se trataba, hallaron a una minina llorando desesperada, a todo pulmón, clamando por ayuda. Era sumamente diminuta y, al parecer su madre no se encontraba por los alrededores. Todo parecía indicar que su energía y curiosidad la habían hecho perderse del mapa.
La gatita estaba sola, pero muy decidida a sobrevivir. Maullando repetidamente y con fuerza, logró ser rescatada por los residentes, quienes, de inmediato se contactaron con Murphy’s Law Animal Rescue para ayudarla.
La organización proanimalista localizada en Greensboro, Carolina del Norte, se puso a la orden y se ofreció a colaborar. Mientras tanto, la peluda, quien fuera bautizada posteriormente como Peep, que es el nombre de un malvavisco de Pascua, no paraba de exigir su rescate a voz en cuello.
«Inmediatamente, supimos que estaba destinada a llamarse Peep, ya que no dejaba de maullar, dar órdenes, exigiendo mucha atención y afecto», dijo Sarah Kelly, miembro y fundadora de Murphy’s Law Animal Rescue.
Una vez que el animalito arribó a su nueva habitación adoptiva, comenzó a maullar como si estuviese dando un discurso en idioma gatuno. Parecía entender todas y cada una de las solicitudes de sus nuevos compañeros, conforme estos se le iban acercando.
La verdad es que, Peep resultó ser una guerrera muy valiente, demostrando tener una gran personalidad. A pesar de no pasar de un palmo de tamaño, lo que le falta le sobra en actitud felina.
Le tomó algunos días acostumbrarse a la alimentación por biberón. Sin embargo, una vez que estuvo convencida, comenzó a comer como una leona. Rápidamente, empezó a ganar peso y a verse cada vez más saludable y bonita.
«Bebe de su botella y luego se da la vuelta y se menea de espaldas para que le froten el vientre. Eso se ha convertido en su cosa favorita. Cuando la dejo en el parque, maúlla para que la recojan de nuevo. Está decida a no estar sola más nunca en su vida. Está muy apegada”, compartió Sarah.
Por fortuna, Peep se encuentra en las mejores manos, a la espera de otros gatitos con quienes compartir y divertirse. Concretamente, una camada de 4 mininos, quienes llegaron al albergue algunos días antes, son los que le harán compañía: Oscar, Toni, Emmy y Grammy. Todos blanquinegros, como ella.
Comparte esta historia con amigos. En la Pascua pasada, la gatita obtuvo un peluche de conejito con quien comparte sus diabluras. Murphy, también fue el nombre de uno de los primeros gatitos que llegó al refugio en Greensboro.