Sin duda alguna, una de las ciudades más diversas del mundo es Nueva York; teniendo el apodo de la ciudad que nunca duerme, es de esperar que sus habitantes siempre estén en movimiento.
Uno de estos ocupados habitantes es Anita Diamantopoulou, una videoeditora que se mudó a la gran manzana a inicios de este año, buscando, como muchos, cumplir el tan ansiado sueño americano.
Al llegar a su nuevo hogar, un edificio en Manhattan, sus vecinos se encargaron de informarle que en el sótano vivía un inquilino muy especial.
Decididos a causar una buena impresión en todos sus vecinos, Anita se dirigió al sótano para conocer a esta persona misteriosa solo para encontrarse con que no se trataba de ningún ser humano, sino de una pequeña y adorable gatita gris.
Teniéndole un cariño descomunal a los animales, Anita no perdió tiempo en subir a su apartamento para regresar con un tazón de comida para el pequeño animal que, más tarde Anita se enteró, estaba apodado Granny (Abuelita); esto debido a que la minina había estado viviendo en ese edificio de apartamentos durante los últimos 20 años.
Aparentemente la longeva gatita había sido abandonada por sus dueños hacía ya muchos años, pero había decidido quedarse en el edificio sabiendo que sería más seguro que arriesgarse a vivir en las peligrosas calles de Nueva York.
Al no soportar la idea de dejar a la pobre gata viviendo sola en el sótano, Anita decidió adoptarla y llevarla a su nuevo apartamento, al cual Granny tardó un tiempo en acostumbrarse, ya que durante los primeros días la minina permaneció en el baño, parecía como si no supiera que era posible vivir en más de una habitación.
Sin embargo, tras acostumbrarse a su nueva casa cálida e iluminada, Granny comenzó a explorar gradualmente sus nuevos alrededores para el agrado de Anita, quien se alegra mucho de haber conseguido a una compañera de casa tan adorable y cariñosa como ha resultado ser la pequeña Granny.
Cada año, millones de mascotas son abandonadas por sus dueños y dejadas a su suerte en un mundo que no conocen, algunos tienen suerte y son llevados a refugios donde son cuidados y esperan a ser adoptados por una nueva familia, pero otros se ven obligados a vivir en las calles.
La próxima vez que veas a un animal dejado a su suerte, considera mostrarle algo de cariño, quien sabe cuándo fue la última vez que alguien les acarició.
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