Debido a la profunda crisis social y económica que vive Venezuela desde la llegada del chavismo al poder, al ritmo de sus dueños, cientos de mascotas cruzan la frontera del país y caminan a diferentes destinos en otros países, buscando junto a sus familias mejores oportunidades de vida.
Pero, a contracorriente, Albert Caballero, tuvo que regresar a Venezuela desde Ecuador caminando, por no encontrar sino mayores dificultades económicas que en su país de origen. Al encontrarse sin un ingreso monetario fijo, prefirió volver sus pasos hacia su país natal, lo que no le resultó sencillo ni a él ni a su perro.
Como todos sabemos, desde la aparición del coronavirus en el mundo, nada volvió a ser lo mismo. Las sociedades, todas, sin excepción, se han visto fustigadas por diversas debacles económicas, astronómicas cifras de desempleo y cientos de miles de muertes.
Por este y otros motivos, Caballero tuvo que hacer su viaje de más de 1.000 kilómetros a pie, junto a familiares y Cholita, su inseparable mascota, además de un grupo de migrantes en condiciones similares.
Fueron 60 largos días de intensa marcha por las trochas y vericuetos de la frontera entre Ecuador y Colombia, para luego ingresar a Venezuela. Una experiencia, en verdad agotadora, muy fuerte y exigente, tanto física como psicológicamente. Sin embargo, para Caballero y su familia el amor todo lo puede.
“El amor es una fuerza motivadora que nos mantiene en pie, a pesar de la adversidad”, dijo Alberto.
El viaje era tan duro, que Alberto tuvo que improvisar una especie de zapatillas a base de tela y caucho para tratar de minimizar el daño en las patas de su amada Cholita. A veces, aprovechaban algún aventón en automóvil o camión, pero, la mayor parte del trayecto debieron realizarlo andando.
Hubo momentos cuando Alberto tuvo que alzar a Cholita, extenuada, y llevarla en brazos, turnándose de vez en cuando con sus demás familiares. Finalmente, en un instante del recorrido lograron arribar a un refugio temporal donde pudieron descansar para recobrar energías y seguir su camino.
En ese mismo albergue les proporcionaron asistencia veterinaria para la perrita. Fue desparasitada y curada de una de sus ya resentidas patitas, además de nutrida y tratada de una hernia que presentaba. Se encontraba mal, pero jamás abandonaría a su familia, ni ellos a ella.
“El amor a Dios, el amor a la familia y hasta el amor por los animales. La cachorra soporta para no perder a su familia, por eso, su familia la carga en brazos para corresponder a su lealtad”, añadió Alberto.
Cholita es una perrita muy dulce y agradecida. Alberto Caballero y su familia son gente valiente. Junto a su peluda nos enseñan que, a pesar del dolor, de la pérdida y el rechazo, siempre habrá en el mundo alguien capaz de darlo todo por estar con nosotros.
Comparte esta historia de resiliencia con tus seres queridos. Perros como Cholita, son animales muy amorosos dispuestos a ser el mejor aliciente para sus dueños atribulados. Deseamos que lleguen a casa con bien.