Tras la segunda década de matrimonio, se podría decir que una pareja ya ha aprendido a convivir, amando las virtudes del otro, pero también sabiendo perfectamente las manías, los vicios… ¡Las rarezas!
Sin embargo, cada vez es más común escuchar parejas que atraviesan crisis matrimoniales después de muchos años de convivencia. Las razones pueden ser las más variadas, pero lo que este marido le dijo a su mujer, la dejó definitivamente sin palabras.
Tras 25 años de matrimonio, este harto marido decidió ponerle un ultimátum a la pasión de años de su mujer: el amor por sus 30 perros. Pensando en que así la mujer reflexionaría sobre dónde estaban sus prioridades, le salió el «tiro por la culata».
Mike Haslam, de 53 años, le pidió a su esposa Liz que lo eligiera por encima de su mayor tesoro: sus 30 perros de rescate.
«Soy yo o tus 30 perros», fue la insólita petición de Mike.
Sin embargo, Liz, de 49 años, no estaba dispuesta a ceder, y su respuesta fue tan rápida, segura y firme como su amor por sus perros: «Elijo mis perros». Y a partir de ahí, no supo más de su marido… ¡Increíble, pero cierto!
«Pensé que después de 25 años, él debería saber que renunciar a los perros no era en lo absoluto parte de mis intenciones».
La pareja se conoció cuando Liz tenía 16 años y se fue de su casa para mudarse con él cuando terminó la secundaria. Se casaron en enero de 1991 y comparten un hijo de 22 años, Ollie.
Liz creció con perros la mayor parte de su vida, ya que su madre criaba unos West Highland Terriers y su padre era dueño de un negocio de alimentos para animales.
Ya casada, fundó BedforBullies, una organización que rescata perros Bull Terrier, que es cuando comenzó a criar docenas de perritos rescatados en su hogar.
Pero al parecer, Mike no estaba dispuesto a compartir el tiempo y el amor de Liz con los perros. Pensaba indudablemente que se trataba de prioridades, sostuvo la situación como pudo… ¡Hasta que ya no pudo más! Y empezó a refugiarse en otras cosas, según declaró Liz.
«Simplemente nos alejamos cada vez más. Estaba muy metido en su trabajo y no me dejó opción. No quería ser una mujer de un hombre adicto al trabajo, así que yo me refugié en quien sí me daba cariño: mis perros».
Sin embargo, Liz asegura que su marido sabía perfectamente de su pasión por los perros y con quien se metía desde que se casaron.
«Mi pasión por los perros era demasiado grande para Mike. Decidió que sería bueno hacer otras cosas más en la vida y se fue, y desde ahí no tenemos contacto… ¡Wow! Cuánto me amaba», dijo irónicamente.
Liz Haslam asegura que es la mejor decisión que ha tomado y dice que sigue cuidando de sus perros, además de un loro y un guacamayo, y en los últimos días ha acogido a un perro sin hogar.
«No me siento hasta las 11:30 p.m, ni puedo ir de vacaciones. No puedo simplemente darme la vuelta y decir que ya no voy a hacerlo, es mi responsabilidad, me llevé a los perros, y no puedo parar».
Liz ha contado que los perros que acoge son canes de rescate que no pueden ser reubicados. «Los he tomado para cuidarlos, he salvado perros de todo el mundo que han recibido disparos y han resultado gravemente heridos».
De los 30 perros que cuida, 15 de ellos tienen necesidades exigentes: Cinco son sordos, dos tienen un ojo, tres son perros ex combatientes, cuatro sufren defectos y uno tiene daño cerebral. Todos son bull terriers y a cada uno los llama por su nombre.
Esta buena mujer ha recibido alrededor de 200 perros de rescate a lo largo de los años, además de tener perros de vacaciones que le pagan un salario para cubrir su alquiler y sus cuentas.
BedforBullies es una organización benéfica «que se basa exclusivamente en donaciones» y acepta perros que otros refugios no recibirían. Los gastos que tiene son elevados, entre facturas de veterinarios, alimentación y cuidados especiales.
Pero a fin de cuentas, dice ser la mujer más feliz del mundo: «He elegido hacer esto y lo amo».
Su historia se ha vuelto viral, y ha tenido críticas de personas que le daban la razón a su marido. Sin embargo, muchos otros han aplaudido su valiente gesto. En estos días, pocas personas sacrifican su tiempo, su familia y su vida entera por animales que nadie más haría nada por ellos.
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