Un mapache demostró que el corazón de los animales está lleno de amor y gratitud.
Hay personas que olvidan muy fácil las cosas buenas que los demás hacen por ellos, pero esto no parece aplicar en otras criaturas a las cuales un simple gesto se les queda marcado para toda la vida.
Esta realidad la ha descubierto una mujer que es constantemente sorprendida con la visita del mapache al que ayudó hace casi 3 años atrás.
El protagonista de esta historia es un animalito bautizado como Little Hands.
Con pocas semanas de nacido, el mapache fue hallado a un lado de la carretera por Nikki Robinson y su madre, Linda. Esta generosa familia decidió socorrer al mamífero pero se encontraron con una barrera: los refugios de vida salvaje estaban hasta el tope.
Ninguno podía recibir a esta criatura indefensa.
Nadie podía recibir al mapache rescatado pero Luna y Nikki se pusieron los guantes para enfrentar esta compleja pero tierna empresa.
Esta mujer de gran corazón ayudó al mapache a salir adelante.
La negativa que encontraron en los santuarios los impulsó a ser ellos quieres cuidaran de Littgle Hands.
“Cuando preguntas qué debes hacer con [un mapache huérfano], te dicen: ‘Déjalo en paz y deja que la naturaleza siga su curso’ o ‘Puedes llevarlo al veterinario y tendrán que sacrificarlo’. Eso me rompió el corazón. ¡No podía dejar que eso sucediera!”, dijo Nikki Robinson.
Una vez que el mapache llegó a casa la señora Linda, quien está jubilada, se encariñó con la criatura como si se tratase de un verdadero nieto. Tanto así que lo alimentaba con biberón hasta cinco veces al día.
«La primera vez que lo alimentó con biberón y él la miró, ella simplemente se derritió.
Ella lo trató con mucha dulzura desde el principio porque les gusta mucho que los toquen.
Así que creó un vínculo con él, incluso sabiendo que volvería a la naturaleza en algún momento», dijo Robinson.
Little Hands llegó a la casa de la familia a principio de Junio del 2018 y al final del verano se había convertido en un mapache saludable y capaz de enfrentar la vida por sus propios medios.
Por ese motivo, Linda comenzó a dejarlo solito en el jardín para que se sintiera libre de ir al bosque.
Estaba listo para partir.
Este pequeño pasó por un proceso de liberación ajustado a sus necesidades. Little Hands fue desprendiéndose poco a poco de los cuidados de Linda para explorar sus instintos salvajes, hasta el día en que el pequeño no llegó a dormir.
Se adaptó muy bien a su hábitat.
Linda extrañó a su nieto peludo pero sabía perfectamente que vivir en su propio hábitat era lo mejor para él.
Lo que ella y Nikki no se imaginaron es que el agradecimiento del pequeño sería eterno y tres años después de ese día, aún continúa visitándolas.
El pequeño no olvida lo que hicieron por él.
“[Mi mamá] tiene un columpio en el porche donde se sienta afuera, y él se acercaba y literalmente se arrastraba hasta el columpio y se sienta a su lado y quiere que le rasque el cuello y la barbilla. Se acurruca, come y después se va”, dijo Robinson.
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Esta ha sido la rutina de Little Hands y Linda durante los últimos años. A raíz de esta experiencia la familia ha rehabilitado a otros mapaches pero ninguno es tan agradecido ni especial como este amiguito que se convirtió en un hijo más. “Todos los días, ella se sienta afuera y lo espera”, dijo Nikki.
Sin duda, de las amistades más lindas que hayamos visto, Little Hands es un angelito para Linda.